Un manual para aspirantes a dictadores
Por ZENAIR BRITO CABALLERO
Hace unas semanas conseguí en Internet un interesante libro, el cual leí durante varios días con esmerada atención porque trae referencias históricas de los regímenes crueles en el mundo.
El autor André de Guillaume escribe con tal naturalidad y humor, que el lector no sabe si reírse o llorar por las realidades allí descritas. El titulo no puede ser más elocuente: How to Rule the World. A Handbook for the Aspiring Dictator (Como Gobernar el Mundo. Un Manual para los Aspirantes a Dictadores en Castellano).
Entre las 10 cosas cotidianas que los déspotas pueden hacer y que no pueden hacerse en una democracia, el autor cita el ataque constante a la prensa y en lo posible el cierre de las televisoras o periódicos, el negarse a pagar las deudas o presenta documentación que revele que con la plata de los impuestos por necesidad nacional se han realizado algunos pagos. Al referirse al gobierno de los países, el autor recomienda a los aspirantes a dictadores intentar cambiar el nombre de las principales ciudades, buscar cambiar la bandera nacional o incorporar nuevos símbolos que después la reemplacen y sobre todo fundamentalmente cambiar el nombre del país.
A los efectos de demostrar una actuación acorde con la imagen del déspota, se recomienda al líder insistir en que todo el mundo le obedezca para no ser considerados traidores a la causa, mencionar siempre las figuras históricas como la del Ernesto Guevara (el Ché), Fidel Castro, Mao Tse-Tung, Saddam Hussein y gesticular, y ser muy enfático en las apariciones públicas, levantando el dedo ante todos cual Adolph Hitler y Benito Mussolini.
El aspirante a dictador debe tener a su disposición una amplia gama de facilidades de infraestructuras durante el ejercicio de su gobierno. Y allí se incluye un majestuoso palacio, necesidad de aviones privados nuevos a su disposición; un importante número de sirvientes y adulantes; un grupo de empleados y burócratas que se caractericen por su carencia de talento para evitar opacar las pocas luces que el aspirante a dictador pueda tener en un arranque enfermizo de cordura.
Según el autor del libro mencionado, para los déspotas modernos, los temas legales no deben ser de preocupación, por la sencilla razón que él asume e interpreta las leyes a su manera o sencillamente las hace e impone a su real saber y conveniencia, en caso contrario las formas de minimización de los poderes independientes transformados en solo órganos estatales serán el instrumento indispensable para ello. Por eso en el diccionario del dictador, una ley es sencillamente un instrumento para que las cosas sean como le convengan y esto se manifiesta o concreta de manera escrita o verbal.
En este mismo sentido, el congreso hoy llamada Asamblea Nacional no es más que un grupo pagado de incondicionales que están de acuerdo con los designios del dictador y lo aplauden con frecuencia en cada reunión en que puedan asistir. Teniendo en cuenta que la organicidad de las instituciones debe ser el reflejo permanente de batallas de adulación y admiración que aunque forzadas, no interpreten nada más ni nada menos lo que el régimen pretende tener: Un circo de proporciones.
Hoy en Venezuela la situación que vivimos es delicada. La economía es deplorable y la seguridad inexistente por ello es normal sentir miedo, pero es la actitud que se tome frente a los aprendices a dictador será la que definirá el futuro de nuestra nación. Si dejamos que nos amedrenten, que nos amordacen, que nos aterroricen, si los medios ceden a la presión y se autocensuran, ese miedo nos llevará al camino de la opresión y la esclavitud, física y mental.
Pero si lo afrontamos y gritamos a los cuatro vientos nuestras convicciones democráticas, pase lo que pase, no seremos vencidos. Comparto con ustedes mis lectores estas lecturas y experiencias. Ojala no conozcamos de casualidades o coincidencias.
Aclárate. Publicado: 11-OCT-2009.
Brito Caballero es doctora en Psicología y Ciencias de la Educación, y es profesora jubilada de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador.