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Y tenemos cada día más pobreza en Venezuela

Por ZENAIR BRITO CABALLERO

Una de las preocupaciones de muchas personas es la presencia de la pobreza en amplios estratos de la población venezolana, y por eso líderes del país hablan de fórmulas o programas de cómo combatirla para “acabar” con ella, aunque eso no será nunca posible, como lo dijo Jesús.

Por supuesto, los gobiernos son los principales en incluir en sus planes de trabajo, proyectos y campañas para auxiliar a los grandes núcleos poblacionales que viven en la pobreza y hasta en la extrema pobreza. En los presupuestos reservan partidas especiales para esos propósitos. Pero, el caso es que aunque se destinara el presupuesto entero de todos los años para ayudar a los pobres, éstos no desaparecerían; antes bien, tenderían a aumentar. Porque a mucha gente pareciera que le gusta ser pobre, estar en la pobreza, en la miseria, primero para que otros se ocupen de ayudarles, y segundo, porque no piensan, no intentan, no se esfuerzan como debe ser para salir de tal condición. Una prueba a ojos vista se mira en el caso de las familias que reciben becas o dádivas del régimen por pertenecer a las llamadas misiones, o por tener un trabajo que les permite obtener un salario.

¿Qué pasa con el dinero recibido? Nada. No pasa nada porque a poco de recibirlo, se disipan, no queda nada. Los recipiendarios se apresuraron a derrocharlas, dándose “la gran vida,” viviendo a lo rico, comprando mil cosas que para nada son indispensables. Electrodomésticos, aparatos de sonido, DVD, teléfonos móviles de última generación, para toda la familia, con cámara y video, Internet (aunque no sepan manejarlo), además de esta o aquella ropa “de marca” para no ir atrás en la moda, especialmente las mujeres. Eso es lo que las abuelas decían: "Pan para ahora, hambre para mañana." Porque así es.

La gente se da gusto hoy; ya mañana verá cómo se las arregla. Además, para eso están las tarjetas de crédito. Las usamos a reventar y después, bueno, y ¿no allí está la Defensoría del Consumidor, pues? No, en el ahorro no pensamos. Nadie piensa. Fijémonos que no se ve ni escucha ninguna campaña, de ninguna índole, ni privada, ni de entidades públicas, que tienda a fomentar, a educar al pueblo, a los niños y jóvenes, especialmente, al ahorro, a economizar algo de su dinero, de abstenerse de mil cosas de las que puede prescindirse sin sufrir ningún daño.

Lo que ocurre es lo contrario por el lado del sector privado. Yo digo que gran parte de éste es el responsable — culpable — de que no disminuya la pobreza en nuestro país y, lejos de eso, que aumente cada vez. ¿Por qué eso? Por lo que tenemos ante los ojos las 24 horas del día: La terrible publicidad por todos lados y todos los medios para inducir y fomentar el consumismo desbocado entre la gente. Aparte de la cotidianidad de los anuncios publicitarios, de seguro ya muchos repararon en el espantoso bombardeo — peor que en una guerra — que desencadenan con su publicidad almacenes, tiendas, supermercados, distribuidores de automotores y todo lo que sea de vender, aunque sea o principalmente al crédito, uno o dos días antes y otros tantos días más, de las fechas de pagos para los empleados públicos y privados.

La ignorancia irreflexiva de la mayoría de personas las hace caer en las trampas, viéndolas cómo vuelan a gastar su dinerito, especialmente en las ofertas y los precios abajo del costo, ventas de corredor, ventas por inventario, etc.

Ah, y los restaurantes, las discotecas y cervecerías. Allí no hay pobreza, qué va. Allí todo es pura uva. ¿Y sabe qué? La pobreza de la gente le llega o penetra sin que se dé cuenta. Repare usted en la estratagema de todos los establecimientos comerciales mencionados. Aparte de eso de “abajo del costo”, usan otro que cala como torpedo que destroza un submarino: "Sólo hoy." Allí no hay fuerza posible que detenga el impacto del torpedo. Las dos palabrejas profundizan hasta el fondo de la cabeza de la gente. Pero más que a la cabeza, a su mente subconsciente.

Anidadas a ese nivel, las dos terribles palabras son capaces de mover la voluntad y llevar — sin que se de cuenta — a la persona a decidirse y no dejar pasar esa “única oportunidad.” No, sería tonto desaprovechar esas “atractivas” ofertas del día… aunque no se vaya a ocupar nunca el producto comprado.

Por eso digo que en gran parte son esos comerciantes los que fomentan y ahondan los niveles de pobreza del pueblo, pues no tienen escrúpulos en manipular la mente y la voluntad de los incautos y desprevenidos consumidores, con su publicidad subliminal, que por sus efectos perniciosos entre los grandes núcleos de población, hubo un tiempo en que se prohibió en los Estados Unidos y otros países, pero cuyas barreras terminaron por echarse abajo, como se demuestra en toda la publicidad de las grandes empresas transnacionales, así como en el cine, la televisión y ahora el Internet.

Confrontar todo eso es prácticamente una misión imposible, excepto para las personas sensatas, que piensan, que son observadoras, reflexivas, de carácter y fuerza de voluntad. Pero eso lo descubre y aprende cada uno, pero hay que enseñarlo en las escuelas, los colegios, las universidades, las iglesias. Así al menos, disminuiríamos la pobreza mental y de carácter de muchos.

Aclárate. Publicado: 05-ABR-2010.

Brito Caballero es doctora en Psicología y Ciencias de la Educación, y es profesora jubilada de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador.

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