El gran engaño de la Nueva Era
Por ALBERTO MANSUETI
A continuación Aclárate ofrece extractos del libro Las leyes malas y el camino de salida del profesor Alberto Mansueti.
En 1848 Marx y Engels comenzaron su célebre Manifiesto con la frase “Un fantasma recorre Europa: El Comunismo.” Pues hoy recorre América latina, con otro nombre: “Socialismo del Siglo XXI.” Lo encabezan los hermanos Chávez, el relevo de los hermanos Castro.
En esencia es el mismo Socialismo comunista de antes, ahora vestido de nueva indumentaria, para disimular. Como ya vimos, este Socialismo no siempre es antimilitarista como el antiguo, tampoco es exclusivamente urbano, ni “proletario,” sino femindigenista. No es revolucionario sino “solidarista” y ecológico. Y la principal diferencia: No es ateo y materialista sino “espiritual,” siendo su principal aliado el movimiento de la Nueva Era, con su colección de mentiras religiosas con decisivas consecuencias sociales, económicas y políticas.
El mayor engaño de la Nueva Era es la insistente predicación en la mente. Las gentes ingenuas y desinformadas se les hace creer que el ser humano tiene el misterioso y fabuloso poder de cambiar la realidad a su gusto y paladar con sólo pensarlo (imaginarlo), o con sólo decirlo. Basta con “visualizar” cualquier deseo y con “decretarlo.” Y si quiere verse libre de recesiones, desempleos, enfermedades o malos gobiernos, pues basta con no pensar en esas cosas “negativas” y mucho menos mencionarlas. Eso es todo. Le llaman el “poder de la mente” y también “el poder de la palabra.”
Tontería. Engaño. Mentira. Los mortales no podemos hacer lo que sólo Dios puede hacer. Si se investiga un poquito, no es un mito nuevo: Ya el viejo Satanás les dijo a nuestros primeros padres: “Seréis como Dios” (Gn 3:5). Y se lo creyeron. Pues lo peor es que la gente se atonta con estas “fábulas profanas y cuentos de viejas” (1 Tm 4), y la clase media se autocastra políticamente. Si es así de fácil cambiar la realidad, ¿para qué molestarse en entenderla? Ya no se interesa la gente en investigar ni documentarse. Así se debilita e inhibe su capacidad de reflexionar con objetividad. Y termina aceptando sin crítica la información de los medios, o de la educación estatalmente controlada. Y cree en cualquier tontería; hasta en el Socialismo.
Incluso los cristianos. Para ellos hay una versión seudocristiana de este engaño, que a la mente positiva llama fe. Esta diabólica doctrina de la fe es aderezada con algunas citas bíblicas aisladas de su contexto y predicada en las iglesias evangélicas — y en no pocas católicas — junto con enseñanza no bíblica acerca de una prosperidad que nada tiene que ver con administración prudente (sabia mayordomía) ni con Gobierno Limitado, los dos requisitos de la prosperidad según La Biblia. Pero sí tiene que ver en cambio con un énfasis exagerado y desproporcionado en el diezmo. No es un secreto: El diezmo fuerte es la pieza clave para las iglesias grandes. El diezmo es bíblico y es sano porque alimenta las finanzas de las Iglesias y su independencia, y por tanto su dignidad. Pero el Nuevo Testamento nada dice de iglesias grandes, sino de iglesias fieles. No es lo mismo.
Y este es un Cristianismo falsificado. Desecha las grandes enseñanzas de la Escritura, desarrolladas por los estudios bíblicos inductivos y sistemáticos de generaciones de pensadores y escritores cristianos desde Justino, Policarpo, Ireneo, Tertuliano, Agustín de Hipona, etc. Esas doctrinas permiten interpretar cuidadosa y fielmente los pasajes de La Biblia. Fueron resumidas en los grandes Credos anteriores a la Reforma, establecidos por los primeros Concilios ecuménicos en Nicea, Constantinopla, Éfeso, Calcedonia, Constantinopla. Y para los reformados, incorporadas en las antiguas Confesiones de Fe o Catecismos de Augsburgo, Heidelberg, Westminster, Bautistas, Cánones de Dort, 39 Artículos, etc. Fueron defendidas en el Cristianismo occidental por siglos, antes distintivas de sus denominaciones protestantes, pero hoy casi patrimonio común, una vez popularizadas en bellos y magníficos himnos que aún cantamos.
¿Qué enseñanzas confiesan y predican estos documentos? Pues las grandes doctrinas de La Biblia: de la Escritura revelada misma, de Dios, de la Creación, del hombre, de la Caída y la Redención, de la Iglesia, etc. O sea las del índice de cualquier buen texto de Teología escritural, incluyendo:
— La doctrina de la razón, capacidad para la reflexión y el análisis, específicamente humana (no “mundana”), que nos distingue de los animales y nos asemeja a Dios, y que en todo momento debe gobernar las emocione y sentimientos.
— Y por supuesto la doctrina de los límites del poder, que debe observar todo Gobierno humano, y en especial el político o civil.
No hay nada en esto acerca de las “visualizaciones” ni sobre “el poder de la palabra” (humana) ni las otras modas que se enseñan hoy en “megaiglesias” que desechan toda esta tradición y sus contenidos doctrinales; para ellas todo eso “es religión.” Anatema pues.
Aclárate. Publicado: 03-NOV-2009.
Mansueti es Abogado y Licenciado en Ciencia Política.