Violencia intrafamiliar
Por ZENAIR BRITO CABALLERO
Es lamentable la cantidad de mujeres que son asesinadas cada año en el país, a pesar de contar con una serie de mecanismos legales para defenderlas y protegerlas.
Solo para que tengan una idea de la gravedad del problema, en lo que va del año 2010 fueron contabilizados siete asesinatos de féminas a manos de sus propios “esposos o compañeros sentimentales,” pero eso no es todo, las agresiones domésticas encabezadas por los golpes e insultos son cosa de todos los días, en los primeros cuatro meses de este año fueron reportados 2.278 casos, y todavía hay más de un irresponsable que afirma que “a las mujeres de vez en cuando se les debe dar una paliza para calmarlas,” ni que fueran bestias para darles látigo.
Lo más preocupante es que el ciclo de la violencia doméstica sobre las mujeres es repetitivo, agravándose con el tiempo, pero además, se transmite de generación en generación extendiéndose a otros miembros de la familia, porque el que arremete una vez lo sigue haciendo, en palabras más sencillas, “perro que come huevos ni quemándole el hocico.” Por eso al menor síntoma de que tiene por pareja a un “matón,” no dude en poner bien claras las reglas de la convivencia familiar, porque si lo permite una vez, en cualquier momento se le hará rutina y en el instante que usted menos piensa la agredirá físicamente y hasta podría enviarla a la tumba, ya que los energúmenos, por más que prometen reformarse, jamás cambiarán sus hábitos.
Los expertos aseguran que existen tres momentos claves durante la relación de pareja que son propicios para que un agresor inicie sus arrebatos: El primero es inmediatamente después del inicio de la convivencia; el segundo se puede presentar durante el primer embarazo y el tercero cuando nace el primer hijo, esto porque cualquiera de las tres etapas provoca cambios que alteran la normalidad de la relación inicial. De ahí que lo mejor es que la mujer esté bien alerta para detectar inmediatamente los cambios que puedan desembocar en violencia, y ante la menor agresión no dude en reportarlo a la autoridad más cercana para que le recomiende la manera de proteger su vida y la de sus hijos. Pero tengan mucho cuidado, no se trata de denunciarlo por “cualquier estornudo o porque hace mala cara,” mucho menos queremos provocar separaciones matrimoniales, lo que buscamos es proteger a la mujeres de ese montón de patanes que piensan que en la vida todo se arregla a manotazos.
Entendamos que la tragedia que vivimos a causa de las agresiones dentro de la familia no es un problema únicamente de leyes, sino, que además, una cuestión de cultura y la única forma de combatirlo es iniciar desde la infancia -en los hogares y las escuelas- con programas de valores que ayuden a los niños a identificar a mujeres y hombres como iguales, con los mismos derechos y oportunidades.
En este sentido, uno de los principales males que hay que atacar hasta su eliminación, es el machismo, tan profundamente arraigado en el país. Para evitar más muertes como le ocurrió a la esposa del boxeador. Debemos tener bien claro que cuando una relación no funciona hay que terminarla de una vez por todas, porque el que agrede un día lo sigue haciendo, los arrepentimientos son de “mentirillas.”
Reflexionemos sobre las consecuencias que produce la violencia en la vida de las mujeres, los hombres, los niños y las niñas, porque el problema de la violencia no es un asunto exclusivo de la mujer, sino que involucra a todos los integrantes del núcleo familiar.
Aclárate. Publicado: 28-ABR-2010.
Brito Caballero es doctora en Psicología y Ciencias de la Educación, y es profesora jubilada de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador.