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Exceso de hipocrecía

Por ZENAIR BRITO CABALLERO

Escuchamos hablar del peligro de guerra en Sudamérica por la instalación de bases norteamericanas en Colombia. Chávez quien más habla del asunto es un palabrero porque según dicen, él está metido hasta el pescuezo en la única guerra real que hay en la región y que tiene como protagonistas centrales a las FARC y supuestamente dicen muchos políticos colombianos y venezolanos que es un amigo incondicional de éstas.

Hay mandatarios, como Evo Morales, que dicen que se preocupan mucho de la presencia de militares extranjeros en su territorio. Es el único mandatario latinoamericano que encomienda su seguridad y su transporte a militares venezolanos. Cuando Evo Morales va a UNASUR a presentar el proyecto de rechazo al acuerdo entre Colombia y Estados Unidos, no lo hace por encargo de Chávez. El gobierno boliviano es coherente con su línea de docilidad ante el comandante revolucionario.

Muchos políticos dicen: “Se acabaron los tiempos de servilismo. Los de hoy son buenos tiempos, de dignidad. El Estado venezolano tiene dinero y petróleo suficientes para garantizar su seguridad fronteriza, tenemos aviones y cañones de guerra, dennos un poco de tiempo.” ¿Qué frontera estará amenazada?

Hoy los militares ya no tienen problemas. Venezuela les da jugosas subvenciones para mantenerlos, ahora desfilan ante los retratos del Che Guevara y de Fidel Castro, además utilizan para todo el slogan “Patria, Socialismo o muerte.”

El proyecto chavista necesita hablar de guerra porque el péndulo se está moviendo. Lo que fue, en los últimos años, un avance incontenible de los procesos destinados a instaurar las dictaduras vitalicias, comienza a escuchar ruidos de freno. Lubricantes importantes del avance chavista — los gobiernos de Chile, Brasil y Argentina — están en vísperas de cambiar de rumbo. En Chile, es probable que Piñera gane la presidencia, pero aunque ganara Frei, el trato con el gobierno boliviano no tendrá más las características de amoroso arrobo que le ofrece Bachelet.

Es poco probable que en Brasil se imponga la candidatura de la ahijada de Lula. Seguramente habrá un viraje. En Argentina, los Kirchner — “flor de pareja” en palabras de Vargas Llosa — ya están más preocupados en justificar los nueve y pico millones de dólares amasados en sus gestiones de administración conyugal. El poder se les está yendo de las manos, y de los bolsillos. Es hora de hablar de vientos de guerra y de los peligros que puede afrontar el proyecto chavista.

Ahora, comenzando por Lula, todos los amigos del “revolucionario tropical,” le piden a Estados Unidos que intervenga más en Honduras. Y es que el tema de Honduras ha servido, sin la menor de las dudas, para poner de manifiesto uno de los rasgos definitorios del proyecto chavista: La necesidad permanente de acudir a la impostura. Impostura que es ejemplarmente practicada por la OEA y su inefable Secretario General Insulza, que tienen el raro privilegio de definir cuándo, quién y dónde viola los principios democráticos, con la inevitable consecuencia de tragarse sonrientes todos los procesos de aniquilamiento institucional en países como Bolivia y Venezuela. Claro que sí, Obama: Los mismos críticos que dicen que los Estados Unidos no han intervenido lo suficiente en Honduras, son las mismas personas que dicen que siempre están interviniendo y que los yanquis necesitan salirse de Latinoamérica.

Si estos críticos creen que es apropiado que de repente se actúe de manera que en otro contexto ellos consideraron inapropiado, creo que eso indica que hay algo de hipocresía. No sólo algo: Exceso y desvergonzada exposición de hipocresía.

Aclárate. Publicado: 28-OCT-2009.

Brito Caballero es doctora en Psicología y Ciencias de la Educación, y es profesora jubilada de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador.

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