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¿El muro entre el cielo y el infierno es infranqueable?

Por ZENAIR BRITO CABALLERO

Socialismo con S de saqueo.La historia del mundo está llena de muros conflictivos que han dado al traste con vidas y han disparado guerras absurdas como lo son todas; muros que cerraban más las fronteras y aislaban por siglos pueblos y culturas, muros que partían en dos a las naciones, una forma de partir ganancias; muros que evitaban la interacción entre pueblos vecinos; muros de protección ante invasiones; en fin, hasta muros sagrados como el del pueblo judío.

Todos tienen un intervalo en el acontecer de la humanidad, y aunque hayan caído ya se recuerdan como referentes de un suceso, de un pueblo de un hecho histórico infamante o glorioso. Baste recordar algunos, los más conocidos: La Muralla China, la cual data del siglo siete antes de nuestra era, construida por los pueblos del norte para detener el avance mongol; hoy visitada por centenares de turistas.

El Muro o Muralla de Adriano, antigua construcción defensiva de la Isla de Gran Bretaña, construida por el emperador romano del mismo nombre para defender el territorio de los “pictos” que se extendían al norte, en lo que sería Escocia.

La línea Maginot, intrincada red de túneles, construidos por Francia para repeler una nueva invasión alemana, luego de la espantosa matanza que sufrió en la Primera Guerra Mundial. Chipre está dividido desde mil novecientos ochenta y uno, por la línea verde, aunque sea de rocas, que atraviesa, por la fuerza, su capital, Nicosia, como lo fue Berlín, allí se separan un pro gobierno turco y un pro gobierno griego.

Es reciente el derrumbamiento del llamado hijo legítimo de la Guerra Fría: El Muro de Berlín. Y así se caen muros y de levantan otros, unos son eternos, otros se acaban cuando se desvanece un conflicto. Levantar un muro para solucionar un problema entre pueblos es una señal de impotencia de sus gobiernos, muchas veces son alzados antes de agotar opciones que restablezcan la concordia, el buen entendimiento, es la soberbia de los gobernantes que no les importa humillar a sus pueblos y romper los lazos de hermandad que se han desarrollado entre los mismos.

En estos momentos en los que estoy aterrada por el verbo encendido de Misifú, Colombia y Venezuela están a punto de crear un muro, visible o invisible, aunque el Presidente Uribe no lo quiera, que es como una declaración de guerra. Cerrar las puertas de la casa al amigo es decirle: Desde hoy eres mi enemigo; y a los enemigos hay que temerles, los mueve la rabia acicateada por la arrogancia.

Es tan larga la tradicional relación de colombianos esperanzados que se han venido al país del petróleo en busca de oportunidades, y de venezolanos que iban a comprar o de turistas, que todavía los colombianos persiguen en su afán de buscar vida nueva en “nuestro” país, y de los sitios turísticos venezolanos que esperaban nostálgicos las hordas que venían a gastar en bolívares, cuando esa moneda valía mucho. Y había diferendos a punto de guerra, que todavía están ahí quietos, adormecidos, pero primó la amistad y nunca se impidió el paso ni de un lado ni del otro.

La situación fronteriza es muy grave: Hay muertes sin esclarecer, hay señalamientos, hay gente que se verá en apuros si se les quita el paso de uno u otro lado para buscar el sustento; hay el ensañamiento contra los colombianos que por sólo portar como única referencia la nacionalidad se señalan como delincuentes.

Es muy difícil tratar con, según su gobierno, unos vecinos salidos del mismísimo infierno, si los de este lado, también según su gobierno, somos unos vecinos santos. Al parecer el muro entre el cielo y el infierno es infranqueable.

Aclárate. Publicado: 28-NOV-2009.

Brito Caballero es doctora en Psicología y Ciencias de la Educación, y es profesora jubilada de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador.

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