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Incoherencia Episcopal

Por FRANCO FONTANA

Por los días del debate para la aprobación de la Ley Orgánica de Educación (LOE) en el 2009, el Padre Luis Ugalde en referencia a la dudosa reputación del CNE le reconoció como de "laberinto tramposo." No obstante, el 12 de julio de 2010 la Conferencia Episcopal Venezolana hace una exhortación titulada "Democracia y Participación: Compromiso de todos."

En el documento, inexplicablemente los obispos llaman a los ciudadanos a comprometerse a ejercer el voto en las votaciones parlamentarias del 26 de septiembre de 2010, montadas por el "laberinto tramposo" del CNE.

¿Cómo en 10 meses desde la desde la denuncia original del Padre Ugalde, el CNE deja de ser "laberinto tramposo"?

Desde luego que esta incoherencia no es exclusiva de la jerarquía eclesiástica. No es para olvidar que desde que llegaron las Smartmatics casi — para no incluir a todos — los politiqueros del país han venido advirtiendo en voz alta sobre esa fruta podrida llamada CNE, pero cuando les toca el turno para coger un cambur, bañados de inmoralidad se lanzan de candidatos. Entonces para esas votaciones si hay que comerse la fruta podrida.

Votar no es un "grave deber de conciencia ciudadana y cristiana" como lo insinuaron los obispos en el documento. El voto es un derecho, no un deber (o es deber o es derecho, pero nunca las dos cosas). El voto es un derecho que requirió años de sacrificios e inclusive la vida de muchos, para alcanzar el sufragio universal de hoy que todos tienen como derecho.

Además, así mismo como el votar es un derecho, el no hacerlo también constituye un derecho y sin lugar a dudas parte del juego democrático. Es una mala costumbre de los socialistas ver la abstención como algo criminal y como si fuera poco, el de poner una carga de conciencia en la gente haciéndoles creer que es un deber.

Derrumbar ese mito es fácil

¿Quiénes deben ir a votar? Todo aquel quien se sienta representado por cualquiera de los candidatos y con el hecho de ir a votar evidentemente demuestra su satisfacción con el método usado para escoger. Así de simple.

No es de extrañar que en cualquier acto comicial bien puede darse el caso de personas que de hecho están satisfechos con la forma de la votación, pero en la otra mano, estas personas no se sientan representadas por ninguno de los candidatos. Para indicar su aceptación con el sistema, estas personas también pueden ejercer su derecho al voto participando y votando nulo.

Ahora, también puede darse el caso de personas que ni se sienten representadas por ninguno de los candidatos y a la vez tampoco están de acuerdo con el procedimiento usado. Desde luego que estas personas también pueden ejercer su derecho a manifestar su descontento absteniéndose de votar. Están en su derecho.

Para finalizar, el voto es un acto de responsabilidad. No se puede ir a votar por ir a votar. Todo ciudadano que vote y (llame a votar) es responsable de los resultados de esos votos. Por ejemplo, cuando las condiciones no están garantizadas en unas votaciones, todo aquel quien fue a votar (y llamó a votar), es responsable de las consecuencias de esa votación, es decir, responsable desde fraudes y engaños hasta todos los problemas sin solución posteriores a la votación.

Aclárate. Publicado: 25-AGO-2010.

Fontana es abogado y columnista.

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