A continuación Aclárate ofrece extractos del libro Las leyes malas y el camino de salida del profesor Alberto Mansueti.
El mito de las leyes buenas dice: “Las leyes son muy buenas, lo malo es que no se aplican.” O sea, que su cumplimiento se evade. ¿Es verdad? ¿Qué pasa en la realidad con las leyes malas, una vez sancionadas y promulgadas? ¿Se cumplen o no? ¿Cuáles son sus “frutos”? Vea pues, desde el punto de vista de sus consecuencias, hay cuatro clases de malos resultados:
— La inmensa mayoría de las leyes malas se aplica: impiden hacer negocios o desarrollarlos. Son causa de las empresas que no se crean, o que no crecen; de las escuelas, radios y periódicos que no se fundan. También de los empleos que no se generan, o no se enriquecen con el tiempo. De los aumentos salariales que no se otorgan y de los precios que aumentan o no bajan. De las ventas que no se concretan, de los sueldos y comisiones que no se perciben y no llegan a los hogares.
— Gracias a Dios otras pueden evadirse sin mayores consecuencias, y así ocurre. Su inaplicación es espontánea, siendo anuladas por la costumbre contraria (en latín “desuetudo”). Esto se ve en el contrabando, la economía informal, y la llamada “piratería” intelectual. Pero el mito de las leyes buenas atribuye la responsabilidad por nuestros males — desempleo, pobreza, criminalidad — no al estatismo que los genera sino a que para apoyarlo no se aplica suficiente fuerza bruta. La realidad es que gracias a ello los daños no se extienden y agravan; serían muchísimo mayores si tales engendros legislativos fuesen forzados a punta de pistola.
— En muchos casos la inaplicación de la ley mala se vende y se compra entre los funcionarios y los interesados; eso es gran parte de lo que llamamos corrupción. Lo bueno: De otra forma sería imposible gran parte de la actividad económica cotidiana, y de la vida social e individual. Lo malo: Así nos acostumbramos a la ilegalidad y a ver la violación de la ley como necesaria y corriente.
— Y en otros casos, como espadas de Damocles penden las leyes como amenaza sobre los cuellos de los supuestos o reales infractores, listas para castigar la “mala conducta” política. Así se impide a los empresarios y a la gente en general financiar y sostener actividades políticas no aceptables para los Gobiernos. Las leyes malas son el arma más poderosa y eficaz contra toda disidencia, oposición o resistencia al sistema; por eso es tan difícil salir de él y cambiarlo.
Aclárate. Publicado: 25-OCT-2009.
Mansueti es Abogado y Licenciado en Ciencia Política.