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Cafecito con las FARC

Por LUIS MARÍN

La sinceridad nunca se ha contado entre las virtudes diplomáticas, así como la veracidad nunca lo ha sido entre las virtudes políticas; sin embargo, los ciudadanos le siguen exigiendo la verdad a sus dirigentes, no porque aquellos sean irremediablemente ingenuos o no sepan quiénes son éstos, sino porque de otro modo no sería posible la vida en común, exigir el cumplimiento de las promesas, que es conditio sine qua non de toda convivencia.

Incluso en la situación hipotética de un mundo de bandidos, las bandas criminales no podrían sobrevivir sin un mínimo de credibilidad entre secuaces; paradójicamente, la fidelidad entre los gánsteres suele ser más sólida que entre la gente común, cuya suerte depende menos de la complicidad de otros y la infidelidad raramente se paga con la vida.

Así que Colombia renuncia a la verificación de la presencia guerrillera en Venezuela, probablemente porque sólo se verifica aquello sobre lo que exista alguna duda razonable, lo cual no es el caso; a favor del pago de las deudas comerciales pendientes, que son unos cuantos cientos de los miles de millones US$ que representa el intercambio binacional. El “oro fecal” ante el que ceden otras deudas, que ya serán cobradas en su momento.

Las declaraciones del canciller son extraordinariamente cómicas, porque hablan hasta de los ferrocarriles de la frontera (no sabíamos que existiera alguno), de la cultura y otros “grandes temas”; pero ni una palabra de la causa de las controversias, a saber, el apoyo manifiesto del régimen imperante en Venezuela a las fuerzas terroristas.

Y no son solo las declaraciones de amistad, respaldo político e ideológico a las guerrillas, que son muchas, sino las manifestaciones de enemistad, hostilidad y descalificación, que son todavía mayores, sistemáticas y de una virulencia inaudita contra los contendores de primera línea del terrorismo internacional, a saber, el Estado Colombiano, EE.UU. e Israel.

La esencia de lo político, decía el ideólogo del Nacionalsocialismo Karl Schmitt, se define por la lógica “amigo-enemigo,” por lo que tanto se identifica al régimen venezolano por sus amigos: Fidel Castro, Robert Mugabe, Alexandr Lukashenko, Saddam Hussein, Mahmoud Ahmadinejad, Omar Al Bashir, Bashar Al Assad, Muamar El Gadafi; como por sus archienemigos, cualesquiera que sean los presidentes de Colombia, EE.UU. e Israel.

De manera que la presencia guerrillera en Venezuela, como en Ecuador, es simplemente un dato de la realidad a partir del cual Colombia tendrá que definir estrategias y tácticas de combate y una diplomacia cada vez más enrevesada e incomprensible, porque tiene que incorporar la mentira, el disimulo y la simulación como partes de su relación cotidiana con los vecinos latinoamericanos, incluso los no fronterizos, que giran en la órbita de los hermanos Castro, los verdaderos tejedores de esta red internacional que nos asfixia.

El Partido Comunista de Venezuela ha asumido la distribución de café y otros productos artesanales no especificados producidos por las FARC “en las montañas de la Gran Colombia.” Visto que el lanzamiento de estos productos se produjo recientemente en la Argentina, resulta evidente que esta es una línea política de la internacional comunista, con sede en La Habana.

La frontera seguirá calentándose; pero, cómo va a evolucionar el conflicto y cuál pueda ser su desenlace no es sólo cosa de profetas, adivinos o quirománticos, depende ahora de cuál de los Castro se muera primero.

Aclárate. Publicado: 25-AGO-2010.

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