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Los presos de Amnistía Internacional

Por LUIS MARÍN

Los venezolanos nos hemos descubierto como víctimas de una guerra ajena. Cada vez se generaliza más la impresión de que sufrimos un régimen títere (puppet regime) con la dificultad adicional de no poder identificar con claridad quién es ni dónde está el titiritero.

En el pasado reciente la Meca del Comunismo mundial estaba en Moscú, la social democracia tenía la suya en Berlín, con fuerte intervención sueca; pero con el desmantelamiento de la URSS, la pérdida del poder de alemanes y escandinavos, incluso del Laborismo británico y la falta de liderazgo del español, el Socialismo luce descentrado y errático.

No en balde se ha propuesto crear la “V Internacional Socialista” con su centro no se sabe muy bien si en La Habana o Sao Paulo; pero dejando debajo los restos de todas las internacionales anteriores: La I de Marx y Engels, la II alemana, la III de Lenin y Stalin, la IV de Trotsky. Esto parecería cosa de ficción, pero ha saltado a la primera plana gracias a la aparición del nostálgico trotskista Alan Woods.

Las aparentemente incomprensibles declaraciones de Trinidad Jiménez, secretaria de relaciones exteriores del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), sobre la inexistencia de presos políticos en Venezuela ha descubierto la punta de un iceberg, porque nada les impide a Amnistía Internacional (AI) y Human Rights Watch (HRW) saltar a la palestra exhibiendo la lista, que conocen muy bien, lo que no les hubiera costado nada y ganado muchísimo.

Pero no, guardan un hermético silencio, impermeable a los sutiles o recios reclamos de los mismos presos políticos, sus familiares y amigos. Diversas fuentes confirman que cada vez que se detiene a alguien injustamente se mandan comunicaciones a AI y HRW, pero hasta ahora no han hecho el mínimo gesto.

Su dureza e insensibilidad se equipara a la de las dictaduras de Venezuela y Cuba para quienes los presos políticos “no existen," por lo que imponen la necesidad de preguntarse si no estarán alineadas en la misma agenda política revolucionaria, socialista, antiimperialista y antisemita.

Es imposible evitar la impresión de que la prisión política en Venezuela cuenta con el aval, anuencia o consentimiento de AI y HRW, y esta actitud no puede tener sino una explicación ideológica.

Se sabe que el negocio de los Derechos Humanos (DDHH) era una franquicia de la izquierda, por eso se enredan para defender militares, policías, jueces y a quienes consideran como gente “de derecha.”

El ciudadano Ken

El siguiente desconcierto consiste en descubrir cómo hemos podido ser tan ciegos hasta el presente. Apuntando al azar salta de cualquier revista del corazón que la jefa de AI, Kate Allen, ha sido la novia de Ken Livingston, el alcalde de Londres, por más de 20 años y que hasta hace poco celebraban sus aniversarios con vacaciones en Cuba.

Ken es conocido en Venezuela por el famoso convenio de combustible barato para el transporte público de Londres a cambio de propaganda personalista, lo que fue considerado inmoral por los mismos ingleses, que no podían concebir cómo un país del quinto mundo podía estar subsidiando a la ciudad más rica del primer mundo y más por orgullo caballeresco que por compasión lo dejaron sin efecto.

Es recordado por los londinenses declarando después de los atentados islamistas del 7 de julio de 2005, precisamente contra el sistema del transporte público. “Quiero decir una cosa: No fue un ataque contra el poderoso o el fuerte, no tiene como objetivo al presidente o al primer ministro, sino contra los londinenses ordinarios de la clase trabajadora.” Con lo cual queda claro que si hubiera sido lo primero, el crimen estaría justificado o le sería más comprensible.

“Ken El Rojo” fue calificado de antiamericano por el acoso tributario que desplegó contra la embajada de los EE.UU., no solo por ignorar la inmunidad impositiva, que es universal, sino porque no se conoce del mismo trato a las demás embajadas acreditadas en La City.

Últimamente estaba preparando un costoso aquelarre para celebrar en Trafalgar Square el 50 aniversario de la revolución cubana, pero antes de que eso ocurriera, afortunadamente, los londinenses lo echaron del cargo, más por ineptitud que por otros motivos; aunque nadie alcance a entender porqué la metrópolis del imperio británico tendría que rendirle culto a una tiranía militar decrépita de un pobre país para ellos completamente subalterno.

Ken se deslizó de las páginas políticas de los diarios a las revistas del corazón, porque le han aparecido más hijos naturales que al presidente de Paraguay, no es de extrañar que pronto aterrice en las páginas rojas.

La ciudadana Kate

Por su parte, AI también ha dado mucho que hablar a la prensa sensacionalista, por ejemplo, por la disputa entre Kate Allen y Gita Sahgal por un hombre, Moazzam Begg, cabecilla de una organización de defensa de los prisioneros de Guantánamo, dónde él mismo pasó una temporada, quizás por causa de sus actividades humanitarias en Afganistán.

Para Gita Sahgal, defensora de los derechos de la mujer, con más de 30 años de militancia en AI, la cercanía con la organización de Begg le hace un daño irreparable a la reputación de AI, aún dejando de lado el hecho ostensible de que sea una organización de fachada, sólo por tratarse de una organización militante islámica fundamentalista, que ya se sabe cómo tratan a las mujeres y qué lugar les reservan en la sociedad.

Los ruegos de Gita jamás fueron contestados por la burocracia de AI y cuando decidió hacer públicos sus puntos de vista, pues, simplemente la botaron de AI, con todo y sus 30 años de militancia feminista.

Es revelador que puestos en una balanza una militante influyente como Gita Sahgal y un sospechoso de terrorismo, pero sin duda fundamentalista islámico, como Moazzam Begg, el cálculo político de AI les haya hecho optar por sacrificar a aquella por conservar a éste. Aquí es inevitable recordar que AI recibe fondos de países árabes, principalmente de Arabia Saudita.

Pero este no es el único caso, ni el peor. Es mucho más antiguo e ilustrativo el de Mumia Abu-Jamal, un militante de las Panteras Negras, quien asesinó a un humilde agente de policía de Filadelfia, Danny Faulkner.

Para hacer breve un cuento largo, digamos que en la madrugada del 9 de diciembre de 1981, el agente Faulkner detuvo el volkswagen de William Cook, en un procedimiento rutinario. Apareció su hermano, Wesley Cook, y le dio un tiro por la espalda al agente, que al desplomarse alcanzó a responder rozándole la cara al atacante, pero éste le descerrajó toda la carga del revólver, incluso con un tiro de gracia entre ceja y ceja.

Los refuerzos, que ya estaban en camino, lograron detener a los hermanos Cook en el mismo lugar de los hechos, recabaron el arma homicida, el vehículo y todas las evidencias que quedaron en el lugar, incluso fotos y testimonios de testigos

Un caso perfectamente claro que tomó un giro inesperado cuando Wesley Cook, que adoptó el nombre de Mumia Abu-Jamal al convertirse en musulmán negro y unirse a la organización radical Black Panthers, fue condenado a muerte, por lo que lo erigieron en símbolo de lucha contra un sistema opresor y racista.

AI adoptó como propio el caso de Mumia Abu-Jamal, ha financiado películas por encargo para darle propaganda, logrando el respaldo de estrellas de Hollywood y para variar de Noam Chomsky, para colmo, el alcalde socialista Bertrand Delanóc, en 2006, bautizó una calle de París con su nombre, con apoyo entusiasta del Partido Comunista Francés.

Kate Allen nunca manifiesta que Mumia sea inocente, se limita a pedir un nuevo juicio, donde no se le pueda condenar a muerte y bajo supervisión internacional, presumiblemente a satisfacción de AI. Un hecho curioso pero no sorprendente es que su defensa se basa en un rechazo a la pena de muerte en general, en cualquier tiempo y lugar, con lo que todas las circunstancias particulares del caso de Mumia Abu-Jamal resultan irrelevantes.

El pequeño problema es que también resultarían irrelevantes las leyes del Estado de Filadelfia, con lo que el tribunal está acorralado: No puede ejecutar a Mumia porque es políticamente incorrecto; pero tampoco puede liberarlo, porque es obviamente culpable.

Una de las víctimas directas de esta situación bizarra es la viuda, Maureen Faulkner, quien tenía 24 años de edad y apenas uno de casada cuando Danny fue asesinado. Desde entonces su vida es un infierno, con el añadido de ver al asesino de su esposo convertido en un ídolo mundial.

Gracias a la diligencia de AI enfrenta con vértigo la perspectiva de un nuevo juicio, no sólo por revivir aquellos amargos momentos, sino sufrir otra vez los insultos, abucheos, escupitajos de turbas fanatizadas que arremeten contra ella incomprensiblemente porque, al fin y al cabo, su marido fue asesinado y no parece que ella tenga la culpa de eso; pero si pretenden exaltar al asesino, parece lógico que tenga que oponerse.

Consideraciones que ni siquiera por solidaridad femenina o simple compasión humana pasan por la mente de la ciudadana Kate Allen, exactamente como en el caso de las esposas e hijas de los presos políticos venezolanos.

Aborto humanitario

Last but not least, empujada por su agenda izquierdista AI se ha visto forzada a incurrir en el absurdo de promover una campaña a favor del aborto, aunque es presumible que lo hace por razones humanitarias, resulta difícil establecer si se trata de la humanidad de las mujeres abortistas o de los hijos que nunca serán.

En otra rara operación de cálculo político, AI ha puesto en la balanza el apoyo de numerosas organizaciones defensoras de los derechos humanos de inspiración católica y de las mismas iglesias cristianas que se oponen a este tipo de prácticas y asombrosamente ha decidido pagar el precio de enajenarse su respaldo en aras de ser consistente con el discurso del Socialismo internacional, que se han vuelto partidario del aborto, la eutanasia y los matrimonios gay.

La señora Kate Allen argumenta a favor del aborto en caso de violación e incesto, aunque no debe descartar los casos tradicionales de peligro para la vida de la madre, inviabilidad del feto y el discutible caso de malformaciones congénitas.

Es verdaderamente extraño que haya elegido los dos primeros para su campaña, porque se sabe que la violación depende del consentimiento en la relación, por lo que resulta en muchos casos subjetiva y teóricamente podría argumentarse incluso dentro del matrimonio.

El incesto, aunque fuera objetivo, no vence al argumento de no ser imputable al feto y no se ve porqué el hijo por venir tenga que pagar las consecuencias de los errores, negligencia, imprevisión o insania mental de quienes lo hayan procreado, conscientemente o no.

Estos temas merecen ser tratados con más detenimiento en otro contexto, pero sea suficiente lo dicho para concluir que quien se arrima al árbol del Socialismo, igualmente se arruina.

Aclárate. Publicado: 05-DIC-2010.

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