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Anomia: Una epidemia de laboratorio

Por JESÚS MIJARES

Aunque existan normas y leyes, el venezolano común no se siente obligado a cumplirlas porque no existe un control por parte del Estado y eso hace que las autoridades no cumplan ni hagan cumplirlas

Anomia en el Metro de Caracas

No ha sido por mera casualidad si el venezolano de los últimos 50 años siente una ausencia importante del Estado como mecanismo de regulación y control del comportamiento de la gente con las normas y las leyes. Es porque todos los gobiernos venezolanos desde 1959, siendo todos socialistas, a propósito no se ocuparon ni se ocupan de mantener el orden. Por el contrario, desde entonces poco a poco fueron llevando a la sociedad hacia el desorden y caos social que estamos viviendo hoy.

Ausencia de normas, vacío normativo, falta de regulación de normas y reglas es conocido como anomia. Inicialmente este concepto de anomia fue considerado por Karl Marx para su plan comunista, pero afortunadamente para la gente de la época, éste no vivió lo suficiente. No es sino el "bueno para nada" de Lenin a quien se le ocurre desempolvar y pulir la idea para ser incorporada dentro de los métodos aplicables durante los períodos revolucionarios preparatorios o de transición para alcanzar el Socialismo pleno o Comunismo.

Anomia en el Metro de Beijing, China

Eso explica que la epidemia no sea un fenómeno exclusivo de Venezuela, ni de América Latina. La anomia se ha anclado en países tan pequeños como Simbawe y es también palpable en países grandes como la social demócrata India y la China comunista. Las revoluciones socialistas han propagado esta epidemia por todo el globo.

Venezuela no fue la excepción en cuanto al sometimiento de su población a la anomia. Desde la caída de Pérez Jiménez, todo gobierno ha expuesto al pueblo en un grado u otro a la anomia, siendo esto el mayor contribuyente de la tragedia que sufre hoy el país. La gravedad es tal, que aunque existan normas y leyes, el venezolano común no se siente obligado a cumplirlas porque no existe un control por parte del Estado y eso hace que las autoridades no cumplan ni hagan cumplirlas.

Es importante aclarar que la anomia no se debe a una sociedad dominada por la sacralización de la meta-éxito material como sugieren los voceros de la izquierda para justificar el fracaso del sistema socialista y su eterna tendencia llorona de echarle la culpa de todo al Capitalismo, al materialismo o al consumismo. Es por eso que el ideólogo Alberto Mansueti acierta al decir que el problema no es sólo todo lo que se ignora; "es más grave, es todo lo que les han metido en la cabeza."

Tampoco se ha podido comprobar que la anomia lleve a la sociedad a crear un estado de ingobernabilidad. La incapacidad para gobernar de los gobiernos socialistas en gran parte se debe a su condición de gobernar ilimitadamente y de querer meter la cuchara en todo. Es obvio que si se ocupan de demasiadas cosas que no deben, habrá algunas que no van a poder atender adecudamente. Para rematar descuidan intensionalmente o por omisión cuestiones importantes como lo son la de mantener el orden, la seguridad, la justicia y la infraestructura.

Los conflictos existentes en el país en el área laboral; en el campo de la educación; la salud, los servicios básicos; la situación de pobreza e incapacidad de la población para acceder a la cesta básica; y el desempleo, por no hablar de la inseguridad y violencia que está formando el aspecto de una verdadera y real epidemia social, son todo causados exclusivamente por el Socialismo. Peor aún, no son nada nuevo ya que esos mismos problemas no encontraron solución durante los gobiernos socialistas del pasado y ahora se han agravado durante el régimen socialista actual.

Si bien es cierto que la anomia no es algo que los venezolanos le pidieron al Niño Jesús, la realidad es que gracias al Socialismo lamentablemente se ha propagado sin resistencia por todo el país, al punto de que cada ciudadano se ha contaminado con ella en un grado o más. Hay que tratarle como una epidemia.

Salir de la anomia requiere de cuidado, responsabilidad y compromiso individual, donde cada ciudadano debe utilizar el sentido común para comportarse como es debido, respetando todas las reglas y normas de la sociedad. Mientras los venezolanos se aferren a permanecer en el desorden y no se propongan a salir del mismo, desafortunadamente continuarán siendo presas fáciles de las tácticas de dominio socialista. Rehabilitarse de malos hábitos nunca ha sido fácil, pero tampoco es imposible. Sólo deben comenzar algunos, los demás aprenderán con el ejemplo de los primeros.

Aclárate. Publicado: 17-AGO-2009.

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