Así es Venezuela, mi país
Por ZENAIR BRITO CABALLERO
Venezuela es aun en pleno Siglo XXI, una herida abierta por los conquistadores y colonizadores españoles que no ha dejado de sangrar hasta la fecha. Es un dolor infinito, sin ocasos, que no sabe de treguas. Siempre ha sido lo que ahora: Pies descalzos, estómagos vacíos, hambre, miseria, pobreza, un espacio lleno de analfabetismo, de vidas desesperanzadas, de destinos truncados por la delincuencia, el alcohol o las drogas; y sobre todo de políticos irresponsables.
En ella la libertad es una mentira; la democracia es una mentira; la paz es una mentira. El Derecho es una mentira. La justicia es una mentira. Ha sido una tierra llena de petróleo, plata y de oro, pero que por obra de unos pocos politiqueros, a la fecha es tan sólo oquedades abiertas en este o el otro cerro, huellas de seres humanos que vinieron de la nada y que volvieron a ella luego de recoger recuerdos labrados por dolores inmensos y por carencias sin límites.
Fue un bosque inmenso, de hojas apretadas, en las que no se abría paso ni la luz del sol, pero que fueron deshechas, con todo y los troncos de los que formaban parte, por manos callosas, endurecidas por las largas faenas, por heridas supurantes, por explotaciones sin treguas y que, por enriquecer a unos pocos ahora son eriales que están vinculados con recuerdos desvanecidos por el olvido.
Venezuela fue río y quebrada, océano y laguna, lluvia apretada y frío seguro, que hasta la fecha no se ha utilizado para apagar la sed de los sedientos, ni para ponerle término a las tierras incultas u ociosas, ni para iluminar las apretadas obscuridades de las calles y de las humildes casas de nuestros pueblos, ni para hacer que la producción crezca con más velocidad que las malezas.
Venezuela es una Patria de tiranizados puestos al servicio de unos cuantos políticos ricos que todo se lo han malversado, que de todo se han vuelto dueños; que pasan sus vacaciones en lujosos hoteles de Nueva York, París, Londres o de Tokio y que viven en residencias VIP de precios imposibles, mientras en sus ocios son servidos por hombres y mujeres que nada saben de la alegría ni del bienestar.
Así es Venezuela, mi país. Así ha sido siempre gracias a los políticos que relevaron a los conquistadores y a los colonizadores que siglos atrás exterminaron a los indígenas y se quedaron con todas las riquezas del suelo y del subsuelo. Mi Patria es, en fin, un dolor que jamás desaparece ni se calma porque para ella la piedad gubernamental no existe.
Aclárate. Publicado: 21-SEP-2009.
Brito Caballero es doctora en Psicología y Ciencias de la Educación, y es profesora jubilada de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador.