A continuación Aclárate ofrece extractos del libro Las leyes malas y el camino de salida del profesor Alberto Mansueti.
Hay diversas categorías — clases y subclases — de leyes malas. Sólo vea Ud. algunos ejemplos resaltantes del tipo de leyes que hay en todos los países subdesarrollados y en algunos no tan subdesarrollados:
En actividades y relaciones económicas
— Las leyes de permisos y licencias elevan artificialmente los costos de hacer negocios, en especial los nuevos. Por eso muchas empresas cierran y otras jamás se abren, muchos empleos mueren, y otros nunca nacen; sólo porque los políticos no confían en la libre competencia — y en su defecto el debido proceso judicial — como garantías suficientes.
— Controles de precios: Se sabe que restringen la oferta, causando escasez, carestía artificiales y comercio clandestino (“mercados negros”); pero aún se aplican a veces o bien leyes “Proconsumidor,” de similares efectos (y defectos).
— Las leyes Antimonopolio o Pro Competencia consagran nociones muy discutibles acerca de la "competencia desleal": Simples descuentos promocionales pueden acarrear sanciones por “competencia desleal.”
— Leyes Antidumping la misma filosofía aplicada a las importaciones: Vender más barato es un hecho punible. Estas leyes son autorizadas por los Tratados de Libre Comercio; lo cual indica que no son de libre comercio.
— Las leyes de empresas estatales favorecen con privilegios monopolistas a sus administradores, empleados y proveedores, en detrimento de la competencia y casi siempre de los contribuyentes.
— Las leyes sectoriales de “promoción” para ciertos sectores agrícolas, fabriles o de servicios les conceden privilegios en sus operaciones, insumos, contratos, etc. en perjuicio de otros sectores obligados a operar así como a competir en peores condiciones y del resto de la sociedad, a la cual se le recortan posibilidades de elección.
— Las licencias de radio y TV afectan negativamente a la libertad de prensa. Como muchas leyes malas, se basan en un supuesto totalmente falso: Que el espectro radioeléctrico es limitado y por consiguiente las frecuencias deben ser propiedad del Estado, que las adjudica a los concesionarios, sobre los cuales impone un control muy opuesto a la libre expresión. Es preferible que la propiedad de las frecuencias.
— Las leyes de propiedad intelectual para marcas registradas tienen muchos abogados defensores pero también muchos detractores, quienes con argumentos muy sólidos prueban que estas leyes no son de propiedad sino de verdaderos monopolios, con todos sus injustos efectos empobrecedores.
Impuestos
— Hay impuestos punitivos al éxito y aún a la buena conducta, como el gravamen de tasa progresiva a los ingresos y ganancias, que más castiga a quien más y mejor trabaja y sirve al prójimo.
— Hay impuestos disfrazados, como la inflación, que es un impuesto a los tenedores de saldos líquidos, cosa que perjudica a los asalariados y perceptores de rentas fijas, es decir a los más pobres, en especial “la viuda y el huérfano.” Inflar el dinero es un fraude del Gobierno, es como una forma legal de falsificarlo y mucho más grave porque la cantidad es tal que envenena toda la corriente monetaria, degradando el poder de compra de cada billete existente.
— Hay impuestos disfrazados que además son fraudulentos: Loterías y juegos estatales, que dan en premios muy ínfima parte de su recaudación; en realidad constituyen un impuesto a la ignorancia de las leyes probabilísticas.
— Hay un impuesto enorme y diferido: La deuda estatal, cuya carga se traslada para el futuro cuando la deuda de hoy se paga con el impuesto de mañana y el impuesto de hoy paga la deuda de ayer.
— Los impuestos a los artículos “de lujo” son un miserable engaño: Sus compradores y usuarios ricos recargan sus montos a los precios de las mercancías que fabrican o venden y si no pueden hacerlo, entonces no dejan de satisfacer sus gustos caros, pero sí dejan de invertir y por consiguiente de crear riqueza y empleos.
— Un principio general es que todos los impuestos que exceden los recursos para satisfacer los gastos propios del Estado — en sus funciones propias — son confiscatorios y por consiguiente injustos, por lo tanto no hay obligación moral de pagarlos.
Moneda, crédito, banca y finanzas
— Las leyes de crédito público son cada vez más favorables al endeudamiento crónico del Estado, en claro perjuicio del contribuyente.
— Las leyes de bancos centrales consagran el sistema de dinero puramente fiduciario y sin respaldo metálico, permitiendo así su expansión sin límites, causa primera de la inflación de precios.
— Las leyes de curso legal obligan a usar el dinero emitido por los bancos centrales, aún cuando haya sido excesivamente inflado y depreciado.
— Las leyes de encaje legal autorizan a los bancos a mantener reservas por sólo una fracción de sus depósitos, con lo cual aumentan la inflación de medios de pago y así distorsionan el sistema de precios, impidiendo la asignación racional de recursos escasos a fines alternativos. Son una causa de la pobreza.
— Las leyes de bancos benefician injustamente a los bancos existentes en perjuicio de los que podrían crearse, sobre todo si sus promotores no tienen las apropiadas “conexiones” políticas. Algunas de estas leyes obligan a los bancos a conceder créditos para ciertos sectores a tipos muy bajos de interés, en detrimento de otros a quienes les aumentan los suyos para compensarse.
— Las leyes de seguros estatales para los depósitos bancarios no siempre cumplen su cometido y además tienen un efecto muy perverso: Los bancos exitosos (casi siempre los buenos) son obligados a ingresar fuertes sumas anuales a fondos cuyos caudales sirven para subsidiar préstamos preferenciales a los bancos “en dificultades” (casi siempre los malos). Sería preferible el seguro privado.
Mercados bursátiles, seguros y casa de cambio
— Las leyes de mercado de capitales también benefician injustamente a las casas de bolsa existentes en perjuicio de las que podrían crearse pero nunca surgen (excepto si hay “conexiones”). Lo mismo es con compañías de seguros y casas de cambio.
— Las leyes cambiarias establecen varios tipos de cambio, otorgando precios de preferencia en las divisas a ciertos sectores en perjuicio de otros que deben comprarlas a precios mayores.
Discriminaciones e injustos privilegios
— Aranceles “proteccionistas.” Son impuestos a las importaciones, que las encarecen artificialmente y a los rubros con ellas elaborados. Otorgan al productor nacional un privilegio injusto, que condena al consumidor a pagar un sobreprecio.
— Los subsidios, financiados con impuestos y multas, son injustificadas transferencias de rentas, de los contribuyentes a los beneficiarios privilegiados.
— Las leyes reglamentaristas de profesiones y oficios, establecen privilegios en base a dudosos criterios, en detrimento de quienes carecen de influencia política suficiente para oponerse eficazmente a su promulgación.
— Las leyes de alquileres favorecen a los inquilinos que contrataron en el pasado, pero perjudican a los otros, acabando con los incentivos para dar viviendas en alquiler.
— Las leyes electorales y de partidos políticos benefician injustamente a los partidos existentes en perjuicio de los que podrían crearse.
— Las leyes de culto son similares en relación con las iglesias establecidas.
Trabajo
— Las leyes salariales y obreras fijan condiciones laborales que sólo pueden cumplir las empresas grandes y fuertes, que por ello mismo y de todos modos contratan a los obreros más calificados. Y perjudican a los desempleados, sobre todo a los más jóvenes e inexpertos que comienzan a trabajar, quienes podrían ser contratados en empresas menos rentables, con salarios acordes a su menor productividad. Y a los de mayor edad, que tampoco hallan puestos por las altas cargas del “seguro social.”
— Las leyes de contratación colectiva garantizan iguales condiciones a todos los trabajadores por igual, con independencia de los resultados: Protegen a los menos capaces y menos cumplidores, y desestimulan a los mejores.
— Las leyes sindicales amparan a los trabajadores agremiados, a sus jefes y caudillos, a expensas de los buenos trabajadores, que soportan la competencia desleal de los incompetentes agremiados. Y a costa de los empleadores y de los consumidores que deben pagar precios encarecidos.
— Las leyes “protectoras” de infantes y adolescentes son muy injustas y crueles porque penalizan el trabajo de los jóvenes en tareas sencillas que podrían hacer: Barrido y limpieza, ayudantías, mandados, etc. Les impiden así ganarse la vida dignamente, apoyar a sus familias pobres y aprender un oficio. Les arrojan a las calles: Al vicio, a la prostitución, al crimen y/o a la mendicidad.
Actividades “sociales”
— Leyes de “educación” y “salud” son un fiasco en sus resultados, juzgadas por sus fines declarados: No logran educación ni atención médica, al menos según patrones de calidad. El misterio se aclara al entender que no son esos los reales objetivos de los estatistas, que no aspiran a tener a una población bien educada y sana, sino bien adoctrinada y controlada. No siempre lo logran, pero a largo plazo esos son sus fines.
— Las leyes del seguro social establecen fondos colectivos en base al sistema del pote común: Los pagos de los beneficiarios no salen de buenas inversiones privadas sino de las cotizaciones de quienes van ingresando. Los magros beneficios que pagan a los pocos elegibles son costeados de modo indiscriminado con los más cuantiosos aportes de los cotizantes activos. Lo irónico del caso es que si lo hace un particular es un delito y se llama de la “bicicleta financiera” o fraude Ponzi; pero si lo hace el Estado se llama “solidaridad social.”
Criminalidad y justicia
— Las Leyes antidroga no dan los resultados esperados: En país alguno reducen el consumo, la producción o el tráfico; todo lo contrario. Pero incrementan de modo exponencial los delitos relacionados con la prohibición: Millares de consumidores pobres se hacen revendedores minoristas, ladrones o asesinos sólo para pagarse el vicio; impera la corrupción en todas las esferas; y sobre todo las interminables guerras entre pandillas. Y en urbes y campos reina el crimen, porque las policías, tribunales y cárceles se atestan con casos de droga; y los asesinatos, secuestros, violaciones, fraudes, etc. no son propiamente perseguidos y juzgados. Pero el Estatismo, eso sí, aprovecha la oportunidad para incrementar sus regulaciones y controles sobre las actividades privadas, so pretexto de “investigar el origen de los fondos.”
— Las leyes ambientalistas manipulan la ciencia con fines políticos. Con acusaciones puramente alarmistas y sin evidencias, con hipótesis exageradas o conjeturas sin fundamento, frenan el desarrollo de las tecnologías, las empresas y las naciones. Los objetivos ocultos de su agenda: Dar nuevos y mayores pretextos a los Gobiernos para imponer más controles y más burocracia. Para las iglesias debería ser claro el trasfondo neopagano y anticristiano de la (no tan) nueva religión panteísta de la Diosa-Madre Naturaleza.
Aclárate. Publicado: 22-OCT-2009.
Mansueti es Abogado y Licenciado en Ciencia Política.