Es maravilloso este mundo, que nos permite a individuos como quién escribe tener la oportunidad de expresarnos a través del presente medio escrito y tantos otros para quienes escribo, para señalar nuestros puntos de vista sobre los temas del quehacer nacional.
Se trata en esencia de la libertad de expresión, un valor inherente al concepto de libertad, el proclamado por quienes buscaron reivindicar sus anhelos de futuro durante la revolución francesa. Derrocar al rey y establecer una democracia de corte netamente liberal y respetuosa de los derechos de los individuos, la que les permita elegir su propio gobierno que garantice el cumplimiento de los mismos. Esta ha sido esencialmente la característica de los regímenes que han cabalgado al frente de los destinos de los países occidentales, dónde el lema "libertad, igualdad y fraternidad" sigue más vigente que nunca aún en el Siglo XXI.
Pero los intentos por conseguir modificaciones profundas a tales estructuras han surgido desde mediados del siglo XIX, afianzándose con la instalación de un régimen comunista en la creación de la Unión Soviética, o como prefiero llamarla "El Imperio Soviético." Un estado de corte totalitario, que junto con el Fascismo italiano y el Nazismo alemán, destruyeron los valores establecidos y el respeto a la condición humana es pos de un objetivo de sometimiento de los pueblos a sus designios.
Los seguidores eran netamente fieles y los opositores enviados a centros de reclusión, o directamente fusilados. Estos últimos sucumbieron tras la finalización de la segunda guerra mundial, mientras que la URRS sobrevivió hasta fines de la década de los 80, cuando tras incesantes negociaciones el presidente de los EE.UU. Ronald Reagan y su sucesor George H. W. Bush lograron acabar con este vestigio totalitario, y otorgarles plenos poderes de decisión a sus pueblos.
El mundo había cambiado, nuevas y débiles democracias emergían desde Europa del Este, dónde ex comunistas comenzaban a vivir la experiencia de elecciones libres, libertad de expresión y económica, en definitiva el ejercicio de plena conciencia sobre sus destinos que ya no estarían sometidos a la voluntad del partido. La evolución de los hechos nos encuentra finalizando la primera década del Siglo XXI con el surgimiento de algunos seguidores de tales ideas por nuestro continente. Vemos que han proliferado diferentes versiones de sesgo populista que atentan contra los más profundos valores emanados de los héroes de la Revolución Francesa.
Han comenzado a sufrir amenazas que procuran cambiar la concepción que hemos tenido a lo largo de nuestra historia acerca de lo que significa el ser humano en toda su dimensión. En sus diferentes versiones sudamericanas encontramos características en concreto muy similares; se procura crear un estado omnipresente, fiel a las clásicas ideas de sus referentes como el moribundo líder cubano y su inefable madre ideológica de la que hablamos al comienzo. Sin dudas que el intento de acaparar la voluntad del ser humano y transformarlo en un mero vehículo electoral capaz tan sólo de emitir su voto es tenebroso pero cierto, aunque resulta clave que los venezolanos ojala podamos evitar caer en estos sistemas, lo que nos conduciría a un futuro que sería lamentado por nuestros próceres.
Imagínese usted viviendo en nuestro país lo que le podría suceder en caso de emitir alguna opinión contraria al régimen imperante, corre el riesgo de ser clausurado, o incluso de ser apresado, lo que evidentemente no forma parte de los valores que se nos han transmitido. Tenemos el ejemplo del hijo del escritor peruano Mario Vargas Llosa quién fuera detenido días pasados bajo la amenaza de ser apresado definitivamente en caso de hablar mal del régimen venezolano.
Entonces pienso ¿a dónde hemos llegado para que quienes están empeñados en destruir al ser humano en tanto sujeto pensante tengan tanto poder? La respuesta es bastante compleja y larga de argumentar, pero se genera desde una base que a mi entender radica en que la mayoría de estos países han sufrido un colapso total de su sistema de partidos tal como señalan muchos intelectuales. Esto permite la emergencia de liderazgos de corte carismático y populista, fuertemente interventores en lo económico, que a su vez se muestran como la solución a graves problemas como el clásico dato del imperialismo, o el preferido por estos caballeros para atribuirle las culpas de todos los males, el Neoliberalismo.
Por lo tanto el futuro puede resultar peligroso en tanto logremos capitalizar y visualizar que el acercamiento a un régimen populista como el tal llamado socialismo del Siglo XXI traería un fuerte recorte de las libertades individuales, además de un estado todopoderoso. Esto es todo lo contrario a los valores históricos que nos fueron heredados por nuestros antepasados, quienes derramaron sangre en miles de batallas para que el país gozara de una democracia liberal y respetuosa del individuo en toda su dimensión.
La verdad y la razón residen en lo que cada individuo entienda pertinente, pero la realidad de las afinidades existentes a nivel de lo que la teoría del Rational Choice llamaría los agentes (los actores del sistema político), es incontrastable. Lo adecuado es saber distinguir entre aquello que refuerza y apunta al sentido patriótico y la defensa de nuestra identidad, y aquello que apunta al colapso de la misma, con los consecuentes recortes de las libertades que sobrevendrían ante tal suceso.
El grito de "libertad, igualdad, fraternidad" merece perdurar en el tiempo como parte de la esencia irrevocable y el destino de los seres humanos, nuestro pueblo debe ser parte de tan noble gesta.