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Qué año

Por JESÚS MIJARES

Fue un año particularmente adverso para la democracia venezolana. Fue un año adverso para la oposición. Un año sombrío para las libertades públicas. Un año en la cual el gobierno violó a su capricho La Constitución y las leyes con graves perjuicios para los derechos humanos. Un año de torturas y de asesinatos en cárceles políticas. Un año de protestas juveniles y de estudiantes muertos. Un año de manifestaciones reprimidas por la policía y de negativas arbitrarias al derecho de reunirse pacíficamente y a manifestar en las calles. Un año de clausuras y suspensiones de emisoras de radio y de televisión. Un año de acoso a los diarios y revistas independientes. Un año de avasallamiento a la libertad de expresión. Un año de cercenamiento de los derechos sindicales, bien por la autoridad laboral o bien por los cuerpos partidistas dentro del movimiento sindical. Un año de limitaciones para los partidos de oposición en los cuerpos deliberantes. Un año de atropellos incesantes de los cuerpos represivos del Estado. Un año de deterioro de las instituciones y del Estado de derecho. Un año de frecuentes controversias con los demás poderes. Un año de decapitación de la moral administrativa y de liquidación virtual de la Contraloría. Un año de corrupción y de venalidad. Un año de intimidación y de miedo.

El drama social venezolano no tiene límites ni perspectivas de mejorar. El presidente había prometido demagógicamente durante la campaña electoral bajar "los precios de los artículos de consumo popular," pero durante su gobierno esos precios han subido de manera jamás visto.

Seguiremos viendo el drama de la salud en Venezuela, con millones de niños abandonados y desnutridos, centenares de miles de ancianos marginados y descuidados; y una población que padece de toda clase de endemias y epidemias por la mala organización sanitaria y por la existencia de roscas e intereses que se oponen al establecimiento de un auténtico servicio único de salud que garantice los derechos a la vida, salud y bienestar. Reiteradamente durante todo el año el presidente de la Federación Médica Venezolana ha expresado que "es muy grave la situación venezolana en materia de salud."

La prensa denuncia con frecuencia, dramáticas situaciones catastróficas en los principales hospitales, como el de la Ciudad Universitaria, el Vargas, el Luis Razetti, el Pérez de León, por la falta de cooperación del gobierno. En febrero en una mesa redonda de miembros de la Sociedad Venezolana de Cirugía se puso de manifiesto que "es muy grave el problema de infección en los hospitales del país." Según investigaciones, en nuestro país el 20 por ciento de los enfermos mueren sin asistencia médica. En la provincia venezolana, el 40 por ciento de las causas de muerte no se diagnostican. A veces el diagnóstico, porque no hay médicos, lo hace el jefe civil o el comisario.

El más sonado fracaso del presidente ha sido la agricultura. El presidente que se había autodenominado "campesino" al comienzo de su régimen, se vio obligado a confesar que "la agricultura sigue en cero." El 16 de agosto (dos años antes) en Acarigua el presidente había prometido: "No van a volver a vivir más los agricultores venezolanos en situación de crisis y de angustia, sin medios para trabajar la tierra, mientras miles de millones salen al exterior para comprar productos agrícolas y pecuarios en otros países."

El 20 de marzo la Federación de Productores Agropecuarios en Maturín señaló que el 80 por ciento de los agricultores y criadores estaban en la bancarrota "por los errores graves de la política agrícola del gobierno." El 15 de mayo el presidente de la Federación Campesina, denunció al Instituto Agrario Nacional como responsable de la política de desalojo en tierras de Anzoátegui, Monagas, Bolívar, Zulia y otros estados.

En la conducción política del país se observó como nunca el carácter impulsivo y la tendencia al Autoritarismo del jefe del Estado. En diciembre el presidente definió su gobierno como "izquierdista, revolucionario, antifeudal y democrático."

El sábado 31 de julio en Maracaibo, el presidente dijo que en Venezuela "no hay violencia, ni habrá violencia." Luego el dos de agosto dijo en Valencia que "la seguridad de los venezolanos tiene que afirmarse en una enérgica política de prevención y también de represión." Un comité de políticos y de ciudadanos publicó una lista de 83 presos políticos en diferentes cárceles del país. Casi todos esos presos están acusados de rebelión militar, encubrimiento, porte de armas, etc., pero a muchos de ellos no se les ha hecho cargos y otros permanecen secuestrados sin sentencia de tribunal alguno.

Basta que un grupo de jóvenes salga a la calle a manifestar o a pegar carteles de propaganda política, para que intervenga la policía y realice detenciones a granel.

En el desconocimiento del Estado de derecho ha sido patente la burla a la libertad de expresión por parte de funcionarios del gobierno; y también ha sido evidente el acoso a los medios de comunicación. Cuando no es el avasallamiento a través de la OCI, del Ministerio de Comunicaciones y el Ministerio de Información, es a través de gobernadores, jefes civiles y prefectos. Pero lo más grave reside en el apabullante ventajismo oficial en materia de información. En la prensa, la radio, la televisión y el cine, el gobierno apabulla la opinión con sus avisos, cuñas, discursos, mensajes, conferencias y publicidad indirecta y sutil.

Hay como un avasallamiento de la opinión pública, que adopta claras manifestaciones de discriminación en la radio y televisión del Estado — pagadas por los contribuyentes — pero no están al alcance de la oposición. La OCI, la Radio Nacional de Venezuela y el Canal Ocho (Venezolana de Televisión), se han convertido en instrumentos de proselitismo y propaganda del partido de gobierno.

Jamás en ningún otro momento de la historia nacional había tenido el país una situación tan alarmante en materia de corrupción administrativa. La riqueza fiscal y los presupuestos gigantes han determinado la proliferación de casos de enriquecimiento ilícito de funcionarios y de negociados de toda índole a la sombra del poder. Jamás el fariseísmo político había llegado a tales extremos. Somos de verdad una sociedad de cómplices, mientras el presidente y el secretario general del partido siguen proclamando sus buenas intensiones y echando a volar sus promesas "para erradicar el peculado y el enriquecimiento ilícito."

Ya es tristemente célebre la inexorable aplanadora del partido de gobierno. No hay actividad política, parlamentaria, profesional, laboral, magisterial, educativa, cultural, deportiva, científica, empírica, folklórica, burocrática, empresarial, estudiantil, agrícola, pecuaria, femenina y hasta esotérica, donde no esté presente la maquinaria para tratar de aplastar a los disidentes del gobierno.

El gobierno está cavando la fosa de la democracia.

A ello se opone un país nacional divorciado del fracasado Populismo en el poder. Por eso hay un clamor en la República para cambiar mecanismos institucionales y electorales que incorporen a esas nuevas estructuras sociales que han aparecido en Venezuela.

No se trata del año 2009 ni de Misifú

Aunque le cueste entenderlo, el año era 1976 y el presidente era el socialdemócrata Carlos Andrés Pérez. Lo anterior no es ficción y es una transcripción fiel de extractos del libro Cuando el hombre no camina publicado en diciembre de ese mismo año por el reconocido periodista Sanín.

¿Se dan cuenta qué es lo mismo?

¿Cómo alguien puede decir que antes se vivía mejor si es el mismo Socialismo? ¿Cómo es posible que todavía haya gente que quiera regresar a los recalcitrantes años de la socialdemocracia (adecos) y de los social cristianos (copeyanos)? ¿No les han bastado más de medio siglo de Socialismo?

¿Cuándo van a entender que sólo una política de Gobierno Limitado conduce al progreso, a la prosperidad, al desarrollo y al bienestar?