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Historia de Venezuela: La insurrección en Puerto Cabello
Por DELSO E. LOPEZ L.
El Porteñazo, fue la más dura y sangrienta de todas las insurrecciones armadas que ha tenido el país en su historia, que costó centenares de vidas y causó un trauma nacional. Fue una situación muy delicada, la Base Naval y prácticamente toda la ciudad de Puerto Cabello estaban totalmente tomadas por unidades rebeldes apoyadas por elementos civiles de extrema izquierda en una lucha encarnizada y fraticida de dos días de duración.
Antecedentes: El “Guairazo” y el “Carupanazo”
Corría el año de 1962, un año muy caliente en la llamada Guerra Fría entre las dos súper potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética. Muchos sucesos ocurrieron en ese año a nivel mundial incluyendo en el mes de octubre la crisis de los mísiles cubanos, donde el mundo estuvo al borde de una guerra mundial.
En Venezuela, eran los tiempos de la guerrilla castro-comunista que operaba en las principales regiones y ciudades. Ataques y emboscadas a los diferentes cuerpos de seguridad del estado, terrorismo urbano, voladuras de oleoductos y alzamientos militares de izquierda fueron los hechos más característicos de esa época, que fue marcada por la rebelión más grave de su historia acaecida en la ciudad de Puerto Cabello: El Porteñazo. Venezuela era presidida por Rómulo Betancourt, el primer presidente elegido democráticamente después del derrocamiento de la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez en enero de 1958.
El Porteñazo fue consecuencia de otras dos revueltas: El Guairazo y El Carupanazo. El primero ocurrido el 28 de febrero de 1962, cuando cientos de personas protestaban en las calles de La Guaira, Estado Vargas, en apoyo a la huelga de transporte público, los manifestantes, con el apoyo del Partido Comunista de Venezuela (PCV), se congregaron en las puertas del Batallón de Infantería de Marina No.1 Simón Bolívar para ser armados para un posterior levantamiento. Sin embargo y contrariamente a lo que los manifestantes pensaban, el comandante del batallón Capitán de Corbeta Víctor Hugo Morales Monasterios llama a la Policía, quien arresta a unas 200 personas. Días después, servicios de inteligencia comprueban la participación de Morales Monasterio en un plan conspirativo, junto con el Batallón Blindado No.8 de Caracas y el Destacamento de la Guardia Nacional No.99 de Maiquetía, además de elementos comunistas y de extrema izquierda. El capitán Morales Monasterio es separado de su cargo y puesto a la orden de la Comandancia de la Armada.
El alzamiento del Carupanazo fue más serio que el anterior. El 4 de mayo a las 5 a.m. el Batallón de Infantería de Marina Mariscal Sucre No.3 y elementos del Destacamento No.33 de la Guardia Nacional tomaron la ciudad de Carúpano, Estado Sucre, el aeropuerto y la población de Casanay, esta última ubicada a 87 kilómetros de Caripito, Estado Monagas, e importante enclave para dominar el tráfico carretero en el oriente del país.
Al mismo tiempo los rebeldes tomaron Radio Carúpano, mediante el cual amenazaban con atacar el campo petrolero de Caripito y donde también emitieron un manifiesto en nombre del llamado Movimiento de Recuperación Nacional. El comandante de las fuerzas era el Capitán de Corbeta Jesús Molina Villegas. Las tropas gubernamentales entran en máxima alerta y establecen su puesto de mando en Cumaná.
Rápidamente se establecen las fuerzas destinadas a sofocar la rebelión compuestas por la V División de Infantería del Ejército (C.G. Maturín) y batallones de Infantería de Marina con apoyo de aviones de la Fuerza Aérea Venezolana, en especial bombarderos Canberra y B-25. También se destacó una pequeña pero disuasiva fuerza de desembarco en frente de las costas de Carúpano; compuesta por los destructores ARV General Morán y ARV Nueva Esparta; y los transportes ARV Los Monjes y ARV Los Roques llevando a bordo al Batallón de Infantería de Marina No.2 General Rafael Urdaneta.
La primera acción de combate fue el bombardeo de las posiciones insurrectas por parte de bombarderos Canberra a las 6 a.m. Los bombardeos se repitieron todo el día, dando tiempo a que las fuerzas leales se organizaran y marcharan hacia Carúpano. El día siguiente, cuatro columnas motorizadas del Ejercito avanzaban hacia la ciudad y en horas de la tarde se les unió una compañía de Infantes de Marina del Batallón No.1 Simón Bolívar de Maiquetía transportados por aviones C-123B Provider y C-47D Skytrain de la Fuerza Aérea de Venezuela (FAV).
Al alba del 6 de mayo, piezas de artillería del Ejercito, el destructor ARV General Morán y aviones de la FAV, apoyan el ataque de las tropas leales a los infantes de marina rebeldes en las inmediaciones del aeropuerto ubicado al oeste de la ciudad. Ante tal demostración de fuego de las tropas leales, los infantes de marina se baten en retirada del aeropuerto, trayendo como consecuencia que el Capitán de Corbeta Jesús Molina Villegas empezara las negociaciones para su rendición.
Al final del día, infantes de marina leales al gobierno ocupan el cuartel de los rebeldes y capturan a todos los insurrectos, incluyendo a unos cien civiles ligados al PCV.
La Insurrección en Puerto Cabello
La Base Naval está ubicada, por vía terrestre a unos 8 Km. de la ciudad de Puerto Cabello y sus terrenos forman una península. Las instalaciones navales cuentan con un sólo acceso principal. Ahí estaba anclada el grueso de la escuadra venezolana: los destructores pesados ARV Nueva Esparta y ARV Zulia; destructores livianos ARV Morán, ARV Clemente y ARV Flores; tres transportes y otros buques menores.
Los jefes rebeldes habían seleccionado para el día sábado 2 de Junio, para iniciar el movimiento cívico-militar. En la base naval se tenía conocimiento del levantamiento y por eso los Comandantes no durmieron la noche del viernes. Como las informaciones del alzamiento no se habían hecho realidad hasta el amanecer, los oficiales de más jerarquía se fueron a sus dormitorios. Es entonces cuando entran en escena el Capitán de Fragata Pedro Medina Silva, Segundo Comandante de la Base Naval; el Capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez, ex-jefe de la Segunda Sección del Estado Mayor Naval, y el Capitán de Corbeta Víctor Hugo Morales Monasterio, oficial de la Escuela de Guerra Naval (participante del "guairazo" en febrero de ese mismo año). El entonces gerrillero Manuel Quijada, del Frente de Liberación Nacional (FLN), estuvo a cargo de organizar y dirigir la parte civil del movimiento.
A las 5:30 a.m. se iniciaron las acciones rebeldes y a esa hora apresaron a los capitanes Jesús Carbonell Izquierdo, Guillermo Ginnari Troconis y Porfirio Delgado Colmenares, comandantes la Escuadra, de la Base Naval y del Batallón de Infantería de Marina Rafael Urdaneta No.2 respectivamente. También detuvieron al Capitán de Navío Oswaldo Moreno Piña, comandante de la Primera División de Destructores.
Mientras esto ocurría en la base naval, en Puerto Cabello los funcionarios civiles buscaban todos los medios para no caer en manos de los infantes de marina insurrectos que también habían liberado a unos 50 guerrilleros de la izquierda que se encontraban presos en el Castillo Libertador (construcción que data de los tiempos de la colonia ubicada dentro de la Base Naval). Estos guerrilleros fueron incluídos a las filas del movimiento.
El comandante de la Tercera División de Destructores, el Capitán de Navío Miguel Benatuil, asume el mando de la escuadra y ordena a los buques disponibles zarpar para evitar ser capturados.
En principio el Destacamento No. 55 de la Guardia Nacional estaba entre los planes de los rebeldes, pero esta unidad se arrepintió a última hora. En vista de esto, los rebeldes asignan una comisión con 90 hombres para tomar el aeropuerto, objetivo en un principio asignado a los guardias nacionales. a unos 100 metros de la entrada del aeropuerto se encuentran con el convoy que transportaba los primeros soldados leales provenientes de Valencia. odosl los 90 hombres fueron capturados sin resistencia y oficialmente fueron los primeros presos del alzamiento.
A las 7 a.m. el aeropuerto fue tomado inmediatamente por fuerzas del gobierno y desde esa hora la ciudad quedo prácticamente sitiada. Adentro estaban los insurrectos; afuera la gente que buscaba por todos los medios combatirlos en el menor tiempo posible.
La población corría a sus casa al ser devueltas del mercado y sus trabajos y más aún cuando la ciudad se fue llenando paulatinamente de soldados que ocupaban sus posiciones, listos para la guerra. Los primeros puntos en tomar fueron los edificios altos de la ciudad — el Liceo Miguel Peña, el Hospital del Seguro Social y La CANTV.
El Teniente de Fragata Justo Pastor Márquez evitó ser arrestado escondiéndose en un closet. Posteriormente logra pasar a la capilla de la base, donde se viste con una sotana y sale caminando por la base naval, logrando reclutar unos 20 hombres con quienes liberan a los oficiales presos. Juntos logran recapturar la base naval ya caida la tarde, dejando a los oficiales rebeldes y sus tropas sin cuartel en las calles de Puerto Cabello.
Llegan las tropas leales
A las 11 a.m. el practicamente gran grueso de las tropas leales al gobierno presidido por Rómulo Betancourt estaban en pocisión para comenzar a entrar a Puerto Cabello. El Batallón de Infantería Carabobo No.41 y una batería mixta del Grupo de Artillería de Campaña Salom procedentes de Valencia. Después de Barquisimeto y Coro, sendas compañías de los Batallones de Infantería General en Jefe Juan Carlos Piar No.31 y General en Jefe Simón Bolívar respectivamente, y finalmente dos compañías de paracaidistas de Maracay. A todos estos efectivos se les suma el Destacamento No.55 de la Guardia Nacional quienes ahora protegían el aeropuerto. El Coronel (Ej) Alfredo Monch, Jefe de la IV División del Ejercito fue designado para comandar las fuerzas encargadas de retomar Puerto Cabello y la Base Naval.
Cerca del medio día, los destructores ARV Almirante Clemente, ARV General Morán y ARV Zulia ya fuera de la rada de la base, iniciaron el bombardeo de las instalaciones de la infantería de marina, destruyendo las barracas con los cañones de .40 mm. Los infantes rebeldes sufren tres muertos y 10 heridos; el resto se refugia en el Castillo Libertador. En la rada de la base, la lancha patrullera ARV Mejillón arremete contra los rebeldes con su ametralladora .50 mm. hasta que es alcanzada por granadas antitanques, entonces la nave se acerca al muelle y se rinde ante los rebeldes.
Las acciones terrestres comenzaron a las 1 p.m., cuando las fuerzas leales comenzaron el ataque a los rebeldes apostados en la ciudad, penetrando por los sectores de La Noria, Playa Blanca y San Millán. Previamente los rebeldes infantes de marina y los guerrilleros habían tomado posiciones desde muy temprano en la mañana para impedir el paso de las tropas leales. Los efectivos del Batallón Carabobo entraron a Puerto Cabello, sin mucha resistencia, pero luego fueron emboscados por una ametralladora .50 mm. en la esquina de La Alcantarilla (nombre de una tienda de venta de carne de res), es entonces que vehículos blindados M-8 Greyhound llegan a apoyar a los soldados que se cubrían desde la parte trasera de los vehículos; pero las ametralladoras emplazadas en sitios estratégicos los barrían por completo.
Los cabecillas del alzamiento instaban a la población a través de la Radio Puerto Cabello a adherirse al movimiento, al que calificaban de “nacionalista” y retransmitían con ayuda de radios de onda corta, mensajes en vivo de Fidel Castro desde La Habana, hablaba a los rebeldes e invitaba a la población plegarse a los insurrectos. Mientras esto ocurría, la gente leal al gobierno por medio de la Radio Morón, (de la vecina población de Morón), repetía constantemente lo contrario y aseguraba que la insurrección apenas estaba circunscrita a la Base Naval de Puerto Cabello y que las demás guarniciones seguían fieles al sistema democrático.
Sin embargo el gobierno no quería correr el riesgo de que la rebelión se expandiera por medio de los mensajes de los rebeldes, es entonces cuando dos F-86F Sabre de la FAV, despegan de Palo Negro y armados con cohetes de propósito general de calibre 5 pulgadas y ametralladoras .50 mm., destruyeron la antena y la planta de transmisión de Radio Puerto Cabello; en un ataque que no produjo victimas.
Los insurrectos, quienes desde las primeras horas se habían hecho fuertes en el Fortín Solano (otra construcción que data de los tiempos de la colonia y que tiene paredes de hasta dos metros de espesor, ubicado en la cima de una montaña), intentan disparar a El Burro; un viejo cañón de gran calibre ya fuera de servicio. En la tarde efectivos del Batallón Carabobo con el apoyo de blindados M-8 vuelven a penetrar a la ciudad hasta la estación de bomberos, capturando a varios insurrectos. Al anochecer los paracaidistas tratan de atacar el Fortín Solano junto con la compañía del Batallón Piar pero son severamente rechazados. Ya entradas altas horas de la noche los combates siguieron a pesar de una fuerte lluvia que caía, sin ningún avance para las fuerzas del gobierno. Los principales combates se encontraban en el barrio San Millán; en cuartel del Cuerpo de Bomberos, en el Liceo Miguel Peña y en el Fortín Solano, donde los cadáveres de los paracaidistas formaban una lúgubre alfombra en el barrizal al pie de la montaña.
Domingo Sangriento
Las cosas empeoraron para el gobierno cuando en las primeras horas del domingo 3, los tripulantes del destructor ARV Zulia se declaran neutrales y que se niegan a participar en lo que han llamado una lucha fraticida. Pocos minutos después se comunica a Caracas que el destructor se ha declarado en rebeldía. El ARV Zulia amenaza al destructor ARV Almirante Clemente con atacarlo con sus cañones de .114 mm. si, este no cesa el fuego contra los infantes de marina. A los minutos siguientes cesa el bombardeo.
A las 6 a.m. la FAV aparece con bombarderos Canberra y B-25J lanzaron toneladas de bombas sobre el Fortín Solano, que nunca había sido victima de un ataque de esta naturaleza en sus 300 años de historia. Los cazas F-86F Sabre lanzaron más de 24 cohetes incendiarios en varias pasadas. En Puerto Cabello, las fuerzas terrestres leales inician un bombardeo de artillería de campaña de .75 y .105 mm. para ablandar las posiciones de los Infantes de Marina. Inmediatamente 16 tanques AMX-13M51 pertenecientes al Batallón Blindado Bravos de Apure irrumpen en la ciudad apoyando a los soldados del Batallón Piar. Las fuerzas leales entraron por el Oeste y Este de la ciudad; una tenaza que se cerraría en el corazón de Puerto Cabello.
Detrás de cada tanque caminaban más de veinte soldados. En vista de esta táctica, los insurrectos que se encontraban apostados en las esquinas y rincones de La Alcantarilla no desperdiciaron la oportunidad brindada por quienes comandaban las acciones del gobierno. El primer tanque llegó a la zona sin novedad alguna, el segundo tanque llevaba en la parte posterior cerca de 22 soldados, quienes se resguardaban con el tanque de los posibles ataques frontales, pero dejaban libres los flancos y sus espaldas. De repente el segundo tanque fue emboscado, cayendo muertos casi todos los 22 soldados que iban detrás. Esta acción fue la más sangrienta de las registradas esa mañana en Puerto Cabello.
“Ayúdeme padrecito”
"El intenso tiroteo destrozó varios cables y postes del alumbrado y cuando los alambres caían al suelo, se producían chispazos que armonizaban con el sonido de fusiles y ametralladoras. La Alcantarilla se convirtió en un infierno, los infantes de marina en las azoteas de los edificios disparaban a todo lo que se movía, mientras los heridos de la emboscada agonizaban tendidos en la calle en medio del fuego cruzado." Es entonces que el Padre Luis María Padilla, párroco de Borburata y Capellán de la Base Naval en una actitud arriesgada entra en medio de la balacera para rescatar a los heridos atrapados.
“Cada momento silbaban proyectiles en el aire, muy cerca de las cabezas de los que cruzaban el patio de la ciudad. Como a las 7:30 a.m. escuché al Coronel Monch que era necesario el auxilio de la Aviación para bombardear el Fortín Solano donde estaba un nido de ametralladoras que no dejaba avanzar. Al poco llegaron los aviones y se efectuó el bombardeo con toda precisión, luego ví que marcharon los tanques hacia la ciudad con dotación de hombres."
"A poco rato se escuchó un ensordecedor eco de disparos con distintos estampidos en un trayecto como de dos cuadras que hay entre la primera estación de gasolina y la esquina de la Alcantarilla. A la distancia ví bultos que se movían en el suelo pensé que eran cuerpos humanos, invité a una ambulancia inmediata y fuimos hasta la estación de gasolina, donde estaba un hombre de uniforme tendido, me bajé, lo auxilié espiritualmente. La ambulancia quedó alzándolo y yo partí por el centro de la calle hacia donde estaba el grueso de los caídos que era justamente la esquina de la Alcantarilla. Allí yacían creo que nueve soldados tendidos, dos heridos mortalmente y los demás ya muertos, uno al tocarlo me dijo: “Ayúdeme padrecito.” Procuraba echármelo al hombro de pronto llegó una ráfaga de ametralladora que hizo blanco en él, me paré y dándole la absolución expiró. Otro herido me dijo al tocarlo: 'Dígale a mi mamá cómo morí.' Sobre todos di la absolución y me retiré en busca de ambulancias pero las ambulancias no se atrevían a avanzar porque el fuego se veía cerrado. Entonces advertí mis manos y sotana llenas de sangre. Desde entonces me limité a ayudar a las ambulancias y a auxiliar muertos y moribundos.” (Extractos del testimonio del Padre Padilla al Consejo de Guerra).
Cañones vs. fusiles
Los insurrectos se encontraban perfectamente escondidos y camuflajeados dentro de las casas y edificios. Los tanques AMX-13M51 con sus cañones de .76 mm. entraron en acción para defender a los soldados caídos. Varias casas fueron parcialmente destruidas por los tanques al dispararles a los rebeldes. Uno de los primeros edificios en ser atacados fue el Liceo Miguel Peña, donde se encontraban algunos guerrilleros. Los cañones acribillaron la estructura, siendo la primera en ser destruida por los combates. En el Hospital del Seguro Social, los médicos trabajaron sin descanso sábado y domingo. En su huida los rebeldes llegan desde el Liceo hasta el Hospital, entonces los tanques hacen varios disparos pensando que el edificio estaba abandonado y que solo se encontraban los guerrilleros adentro. “El primer cañonazo pegó en la pestaña de la parte más alta del hospital. El segundo disparo hizo blanco dos metros más abajo. Este cañonazo atravesó a todo lo largo el edificio y la gigantesca bala fue a caer a unos trescientos metros. Los pacientes comenzaron a bajar a toda carrera y llenos de consternación. Muchos se abrazaron con médicos y periodistas y les suplicaban que no les dejaran morir aplastados por el edificio que ya presentaba varias grietas. Unos médicos improvisaron la bandera internacional de la Cruz Roja. Con una sabana blanca y un frasco de mercurocromo resolvieron el problema. La bandera fue colocada en tope del edificio.” (Alí Brett Martínez, Historia de una Rebelión, pagina 23).
En la zona del cuartel de bomberos, los tanques avanzaban aplastando toda resistencia. Muy cerca de la vía a Goaigoza, dos casas fueron destruidas. Sobre las vías del ferrocarril que pasa por la zona, había 12 cadáveres en línea. Los soldados al pasar por ahí reconocieron a uno de los muertos: el Sub-Teniente (Ej) Luis A. Rivero Sonoja; los soldados exclamaban “Es mi teniente, Es mi teniente.” De inmediato los tanques se aprestaron a cañonear las casas de las cuales, según los soldados, habían disparado contra sus compañeros de armas. Al norte de la ciudad el Batallón Carabobo y una compañía de Guardias Nacionales avanzaban exitosamente con el apoyo de cañones S/R M-40 de .106 mm., logrando capturar a varios rebeldes. Hubo muchos muertos. Tras la reacción del Ejército venezolano que dominó el suceso, el diputado Luben Petkoff es detenido con el arma aun caliente y confirmó el papel intervencionista del gobierno cubano en el repugnante evento.
Mientras esto pasaba en tierra, en la rada de la Base Naval, a las 8 a.m., un ultimátum es enviado al alzado destructor ARV Zulia para instarle a que se rinda. Los tripulantes contestaron que un Oficial Superior se dirigiera al destructor para negociar. Sin embargo poco tiempo después los oficiales rebeldes del ARV Zulia se entregan. A las 9:30 a.m., el destructor ARV Clemente empieza a bombardear el Fortín Solano que estaba siendo duramente castigado por la Aviación; sin embargo el Fortín ya había sido abandonado por los pocos sobrevivientes de los primeros bombardeos. A eso de las 11 a.m. se comunica a todas las Unidades que la Base Naval había sido recuperada y una hora después dos helicópteros transportando al Coronel Monch y su Plana Mayor aterrizan en la Base Naval.
Desenlace
Al mediodía del domingo 3 de junio, el 60 por ciento de Puerto Cabello estaba ya en manos de las fuerzas gubernamentales al mando del Coronel Monch. Se dan las órdenes para perseguir y encontrar a los líderes de la insurrección. En horas de la tarde, los infantes de marina se baten en retirada ante el continuo y rápido avance de los tanques AMX-13 leales. A las 3 p.m. se inicia el ataque que le da el tiro de gracia a las posiciones rebeldes, combates calle por calle, casa por casa en una operación de limpieza eliminando a los francotiradores que quedaban. Finalmente las operaciones terminaron oficialmente a las 7 p.m.
En su huida varios infantes de marina iban tomando las casas de los civiles (específicamente el barrio La Isla) y allí se vestían de paisanos quitándose hasta la ropa interior que es de color verde y que los podía delatar ante las tropas leales. A la mañana siguiente numerosas familias del lugar abandonan sus hogares y corren en busca de la protección de las fuerzas leales. Unos de los cabecillas de la insurrección, el Capitán de Fragata Pedro Medina Silva es detenido mientras intentaba burlar el cerco de las fuerzas leales al gobierno al no saber el santo y seña. Mas tarde, el Capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez se entrega.
Si el alzamiento hubiera triunfado el plan de operaciones de los insurrectos era el siguiente: La infantería de marina tomaría el total control de Puerto Cabello, para luego invadir la ciudad de San Felipe, estableciendo un fuerte de avanzada en Chivacoa, desde donde vigilarían las carreteras Chivacoa-Valencia y la Coro-Morón. Además desde un principio la ocupación de el aeropuerto y la vecina población de El Palito. El Destacamento No. 55 de la Guardia Nacional (unidad con la cual contaban los rebeldes en un principio) se hubiera encargado de la toma del aeropuerto, el patrullaje de los muelles, de la ciudad, industria petroquímica y oleoducto. Finalmente la Policía Naval cuidaría las instalaciones de la Base Naval.
Nunca se supo exactamente la cifra de muertos de esta rebelión. Muchas de las victimas fueron sepultadas en el Cementerio Municipal de Puerto Cabello, en fosas comunes sin actas de defunción y lo único que los identifica es una cruz, cuya placa se lee: “2.6.1962, Recuerdo de los caídos.” El gobierno de ese entonces dio la cifra de 80 muertos, entre civiles y militares. Sin embargo, las cifras extra-oficiales dan aproximadamente más de 300 victimas fatales y un número de heridos por encima de 3.000 entre combatientes y población civil. Lo que si se sabe con certeza es que intervinieron más de 3675 hombres, de los cuales cerca de 1200 eran rebeldes.
— López L. agradece al Dr. Carlos Hernández por la colaboración y ayuda prestada para la realización de este trabajo. Igualmente a Javier Nieves Croes por el material bibliográfico.
El testimonio del General Oswaldo Suju Rafo fue también usado para actualizar el trabajo.
Bibliografía:
El Porteñazo, Historia de una Rebelión. Alí Brett Martínez.
Latin America, a Naval History 1810-1987. Robert L. Scheina.
Los Golpes de Estado desde Castro hasta Caldera. G.D. Iván Darío Jiménez.
Golpes de Estado en Venezuela, 1945-1992. Los Libros del El Nacional.
Fotos: Héctor Rondón, El Nacional, El Universal, Ultimas Noticias, El Carabobeño, Biblioteca Nacional.
Cortesía de NoticieroDigital.com. Publicado: 10-JUN-2005.
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