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No es lo mismo: Ignorancia y estupidez

Por ALBERTO MANSUETI

Ignorancia es la falta de conocimiento o el defecto en el conocimiento de algún asunto; por eso ignorantes somos todos -y en gran medida- respecto al inmenso universo de temas y materias, salvo las poquitas que conocemos. Pero ignorancia no es lo mismo que estupidez. Estúpidos no somos todos; aunque todos nos comportamos a veces como tales.

Carlo M. Cipolla (1922-2000) fue un matemático ítaloestadounidense, especializado en historia de la economía, autor de una brillante Teoría de la Estupidez Humana (en su libro “Allegro ma non troppo”, de 1988).

Parte de un simple hecho: los estúpidos son irracionales, y no tienen estructura, coordinación, estatutos, voceros ni manifiesto; pero sin embargo resultan casi siempre las personas más influyentes y determinantes. Y se pregunta ¿Cómo puede ser esto? ¿Sólo por ser tan numerosos? ¿O hay alguna falla en el conjunto de personas no estúpidas?

Los no estúpidos muchas veces nos comportamos como estúpidos: irracionalmente; he ahí el problema. Vea Ud. las “cinco leyes fundamentales de la estupidez”:

1— Los no estúpidos subestimamos el número de estúpidos en circulación. Un punto importante es que el coeficiente de estúpidos (s = sigma) es una constante. ¿Qué porcentaje? No podemos decir que 30 o 40 o XX por ciento, pues nos equivocaríamos, debido a la primera ley.

2— La estupidez es una variable por completo independiente: no es cosa de raza, sexo, edad, nivel socioeconómico, religión, ideología o lugar de procedencia; ni siquiera de educación. Hay estúpidos de todas las etnias y colores, sexo (¿género?), edades, niveles de ingreso y clases sociales, religiones, ideologías, ciudades, regiones y países, y grados de educación.

Aquí va otro punto importante, y pare hacerse entender mejor, el Dr. Cipolla emplea el lenguaje de la teoría de conjuntos. Dice así: los ignorantes no son necesariamente estúpidos; pero muchos estúpidos son no ignorantes, resultan ser hasta profesores universitarios con muchas obras publicadas, posgrados, premios y reconocimientos.

3— ¿Qué es ser estúpido? Una persona es estúpida si su conducta irracional causa daño a otra u otras sin obtener ella ganancia alguna, o peor aún, provocándose daño. Hay cuatro grupos de gentes: los inteligentes, que se benefician a sí mismos y a los demás; los malvados, quienes se benefician ellos pero perjudican a los demás; los estúpidos (se perjudican a ellos y a los demás); y los infortunados: benefician a los demás, pero se perjudican a sí mismos.

La mayoría de los individuos no actúa consistentemente, explica el Dr. Cipolla. Bajo ciertas circunstancias una persona puede actuar como inteligente y en otras como no inteligente. La excepción es la persona estúpida, por su fuerte y marcada tendencia a un comportamiento estúpido en todo tiempo, lugar y circunstancia. Además, el inteligente y el malvado conocen su respectiva condición, en cambio el estúpido no sabe que lo es; tampoco el infortunado (incauto) tiene conciencia de tal. Y a diferencia de la conducta del inteligente y del malvado, la del estúpido no es previsible; de ahí su extrema peligrosidad social.

4— Asociarse con estúpidos es un error costoso. Pero la persona no estúpida también subestima siempre el potencial dañino de la gente estúpida.

5— El estúpido es el tipo más peligroso. Tras investigar concienzudamente muchas civilizaciones y culturas, el Profesor Cipolla confirmó que el coeficiente de estúpidos (s = sigma) es una constante histórica. Entonces se preguntó: ¿por qué unas sociedades prosperan y otras fracasan? Respuesta: Depende de la capacidad de los individuos inteligentes para mantener a raya a los estúpidos.

En las sociedades fracasadas, la “fracción sigma” (porcentaje de estúpidos) no necesariamente crece; pero en el resto de la población sí crece el número de infortunados idealistas y asimismo el de los bandidos o malvados, sobre todo entre quienes detentan el poder. Y los inteligentes son muy pocos, e incapaces de orientar y encausar a los ingenuos, de contener a los estúpidos, y de vencer a los malvados; lo cual conduce a todos a la ruina. Por eso creo yo que el empuje del Socialismo radica en la enorme hueste de estúpidos, conducidos por malvados que se apoyan en ignorantes incautos, tras los cuales se disimulan y atraen a los estúpidos. Y en que los inteligentes nos comportamos como estúpidos.

El Socialismo avanza porque la oposición al Socialismo es incapaz de definirse claramente por el Gobierno limitado, los mercados libres y la propiedad privada; de trazar un proyecto político en esa dirección, de pasar el mensaje y organizarse con eficacia, y de ganarse la voluntad de la gente. Por eso los socialistas ganan elecciones, como en Venezuela Chávez le ganó a Salas (1998) y en Honduras Zelaya le ganó a “Pepe” Lobo (2006). Y una vez los socialistas en el poder, es estúpido esperar que se comporten como no socialistas. Pero en cambio la oposición al Socialismo sí es capaz de dar golpes militares, como el 11 de abril de 2002 en Venezuela y como el 28 de junio en Honduras. Y pretende disfrazarlos y decir que no fueron golpes de Estado. Lo siento; En eso no estoy de acuerdo.

Porque el recurso a la fuerza es moralmente legítimo sólo bajo ciertas condiciones; y una de ellas es que hayamos agotado los medios pacíficos y la vía de la persuasión. Y quienes defendemos el Gobierno Limitado no hemos siquiera intentado persuadir a la masa de opinión.

Los libremercadistas hemos sido incapaces de delinear y proponer en términos claros y sencillos un proyecto político atractivo en pro del Gobierno limitado, los mercados libres y la propiedad privada; de pasar el mensaje y organizarnos con eficacia, y de ganarnos la comprensión y la buena voluntad de la gente. Por eso los socialistas ganan elecciones.

“No hemos sabido vender nuestro producto,” se oye decir en los círculos de libertarios y liberales clásicos. ¿Por qué? ¿Por cuáles razones? Y lo que es más importante: ¿Y cuándo vamos a aprender? ¿Qué estamos esperando? Sigamos con la serie, por favor, si le parece.

En resumen, los cambios fueron pocos, mal orientados, muy alejados del libre mercado. No idóneos e insuficientes. Puros fracasos. Pero poco y nada de Liberalismo tuvieron y el nombre que le cabe a eso sería: Neo-mercantilismo.

Aclárate. Publicado: 15-SEP-2009.

Mansueti es Abogado y Licenciado en Ciencia Política.

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