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Los cimientos económicos de la Libertad

Por LUDWIG VON MISES

Los cimientos económicos de la Libertad es un documento escrito por el profesor Ludwig von Mises y cuya traducción al castellano fue hecha por Hugo Donner. Debido a la extensidad documento y para facilitar su lectura, Aclárate reproduce el texto intacto y completo, pero repartido en siete entregas y a continuación esta la primera.

Los animales son dominados por urgencias instintivas. Ceden al impulso que prevalece en el momento y que exige satisfacción perentoria. Son marionetas de sus apetitos. La eminencia del ser humano radica en el hecho de que elige entre alternativas. Regula su comportamiento en forma deliberada. Puede controlar sus impulsos y deseos; tiene la capacidad de suprimir aquéllos cuya satisfacción lo forzaría a renunciar a la consecución de fines más importantes. En resumen: el ser humano actúa; busca intencionalmente los fines elegidos. Eso es lo que tenemos en mente cuando afirmamos que el hombre es una persona moral, responsable por su conducta.

La Libertad como un postulado de la moral

Todas las enseñanzas y los preceptos de la ética, tanto los basados en un credo religioso como los basados en una doctrina secular como la de los filósofos estoicos, presuponen esa autonomía moral del individuo y por lo tanto apelan a su conciencia. Presuponen que el individuo es libre de elegir entre varias formas de conducta y requieren que se comporte de acuerdo a reglas definidas, las reglas de la moral.

Haz las cosas buenas, evita las malas. Esa es la razón por la cual la libertad no es sólo un postulado político, sino también un postulado de todas las morales religiosas o seculares.

La brega por la Libertad

Sin embargo, durante miles de años, una parte considerable de la humanidad estuvo total o parcialmente privada de la facultad de elegir entre lo bueno y lo malo. En la sociedad jerárquica de los tiempos pasados la libertad de actuar de acuerdo al propio albedrío estaba, para los estratos más bajos de la sociedad — la amplia mayoría de la población — seriamente restringida por un rígido sistema de controles. Una formulación explícita de este principio fue el estatuto del Sacro Imperio Romano que confería a los príncipes y condes del Reich (Imperio) el poder y el derecho de determinar la confesión religiosa de sus súbditos.

Los orientales se resignaron pacíficamente a ese estado de cosas. Pero los pueblos cristianos de Europa y sus vástagos que se establecieron en los territorios de ultramar, nunca cedieron en sus esfuerzos en pos de la libertad. Paso a paso abolieron todos los privilegios e inhabilitaciones de estado y casta hasta que lograron establecer el sistema que los precursores del Totalitarismo pretenden enchastrar llamándolo “el sistema burgués.”

La supremacía de los consumidores

El cimiento económico de ese sistema burgués es la economía de mercado en la cual el consumidor es soberano. El consumidor — es decir todos — determina, mediante su compra o abstención de compra, lo que debe producirse, en qué cantidad y con qué calidad. Los empresarios son obligados, a través del instrumento de las pérdidas y las ganancias, a obedecer las órdenes de los consumidores. Sólo podrán florecer aquellas empresas que puedan proveer de la mejor y más barata manera, los bienes y servicios que los consumidores estén más ansiosos por adquirir. Los que fracasen en la satisfacción del público sufren pérdidas y finalmente son forzados a abandonar el negocio.

En las épocas precapitalistas los ricos eran los dueños de grandes latifundios. Ellos o sus antepasados habían adquirido sus propiedades como obsequio — feudos — del soberano quien – con su ayuda — había conquistado el país y subyugado a sus habitantes. Esos terratenientes aristócratas eran amos reales y no dependían del patrocinio de los compradores. Pero los ricos en una sociedad capitalista industrial están sujetos a la supremacía del mercado. Adquieren su riqueza sirviendo a los consumidores mejor que como lo hacen otros, y la pierden cuando otras personas satisfacen los deseos de los consumidores mejor o más barato que ellos. En la economía de libre mercado los dueños del capital están obligados a invertirlo en aquellas líneas de negocio que mejor sirvan al público. Por lo tanto, la propiedad de los bienes de capital se desplaza continuamente hacia las manos de aquellos que sirven a los consumidores más exitosamente.

En la economía de mercado, la propiedad privada es, en ese sentido, un servicio público que impone a los propietarios la responsabilidad de emplearla de acuerdo al mejor interés del consumidor soberano. Esto es a lo que se refieren los economistas cuando dicen que la economía de mercado es una democracia en la cual cada centavo da derecho a un voto.

Aclárate. Publicado: 15-ABR-2010.

Los cimientos económicos de la Libertad:

1.— La Libertad como un postulado de la moral, La brega por la Libertad y La supremacía de los consumidores

2.— Los aspectos políticos de la Libertad

3.— La falsa representación socialista de la Economía de Mercado

4.— La acumulación de capital beneficia a todos

5.— El bienestar económico amenazado por el Estatismo

6.— No hay libertad personal sin libertad económica

7.— El significado del derecho efectivo al disenso

Von Mises fue economista y filósofo social austrohúngaro, considerado el decano de la Escuela Austríaca de Economía. Recibió el Premio Nobel de Economía. Falleció en 1973.

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